domingo, 10 de agosto de 2014

Día 55. Jueves, 31 de julio. Tschüss! (Adiós)

Jueves. Día de despedirse de Alemania.

 Cuando te levantas con un mal sabor de boca de que van a pasar diferentes cosas durante el día, ¿qué es lo primero que te vienen a la cabeza? Grandes decisiones que van a cambiar tu destino en el lugar de destino alemán.

He bajado a eso de las 9 de la mañana, ya ha dejado de gustarme el desayuno, los primeros días es la novedad, pero ya son muchos días seguidos con las mías cosas, así que ya solo cojo lo que sé que es fresco, que lo hacen en esa misma mañana.

Al principio, cogía huevos revueltos, pero cuando vi cómo se hacían, deseché la idea de coger más. De igual manera que con la fruta que, está bien cortada a rodajas, la cortan la mañana anterior y la envuelven en papel film para que no estropee de un día para otro.

Así que esta mañana ha sido café con leche, unas tortillas y un poco de salchichas con cebolla y un panecillo.

En cuanto he terminado, he cogido mi taperware y me lo he llenado de fiambre, bien para esta noche o cuando se quiera.

Lo he dejado todo en la habitación, he comprado el correo electrónico y enseguida, me ha tocado bajar a la cocina. Sino antes, darme una vuelta por Sundern y echar unas pocas fotos a la única iglesia que existe en toda "la ciudad".


Placa que hay justo antes
de entrar a la iglesia, no son cristianos,
sino evangelistas


El interior de la iglesia,
un lugar de rezo, discreto.

Hoy, por alguna razón extraña, no me han mandado muchas cosas que hacer, preparar lechuga para la ensalada y, apenas, algo más.

No me ha gustado nada el ambiente que ha habido en la cocina, algo malo me veía que iba a pasar.

Mientras estaba haciendo lo de las ensaladas, ha aparecido una de las recepcionistas y me ha preguntado algo muy extraño, "¿cuanto tiempo te vas a quedar más?, para reservar tu habitación más tiempo o menos". Pero, ¿qué dice esta mujer? En ese mismo momento, ha aparecido en escena el chef T. y le ha soltado algo en alemán, que no he llegado a entender del todo. Tengo el presentimiento de que hoy, va a ser el último día normal en cocina.

Efectivamente, cuando estoy a punto de terminar el turno de mañana, para hacer mi pausa del mediodía, me sorprende el chef T., diciéndome que a las 15:00 horas tengo que estar en la cocina porque tengo una reunión con él y el administrador. 

Me suena a que me va a decir algo muy serio, desde que estoy aquí, no me han concertado ninguna cita.

Me doy prisa, sea lo que sea, tengo que hacer unas cosas primero. El chef me insiste en que si quiero comer algo, pero me parece que se me ha quitado el hambre de repente, estoy más centrado en mis cosas, más que otra cosa.

Lo primero es lo primero, ir al banco a empezar a sacar dinero, me hace falta pasta, aunque vivo en el hotel, desplazarme un par de días de la semana a Meschede vale bastante pasta.

Por fin, llegan las 15:00 horas de la tarde. Y me encuentro en la cocina, me parece que van a decir algo muy malo. Por fin, aparece el chef T. y me dice que lo siga hasta la sala de reuniones de la primera planta, a los pocos segundos, aparece el administrador con la carpeta con todos mis datos.

Se sientan los dos en frente de mí, y me lo dejan soltar, sin ningún remordimiento, no me quieren como cocinero, no les gusta como trabajo en la cocina. 

¡Qué! ¡No me quieren como aprendiz de cocina! Pues,… Adiós. ¿Qué les iba a decir, sino?

Además, me dan la nómina de este mes, me han descontado las comidas (desayunos, comidas y cenas). Pues se ha quedado en nada. En resumidas cuentas, esclavizado en la cocina por un par de euros.

Así que me volveré a ver España en un par de semanas. Fecha de llegada el 8 de agosto.

Después de descansar un rato, vuelvo a la cocina. Parece que, el resto de la plantilla sabe que estoy fuera, pues no me hacen ni caso, ni me dirigen la palabra. Toda el turno estoy con los brazos cruzados, parado frente a un mostrador.

Vuelvo a la habitación a la misma hora de siempre, sobre las 10:30 horas.


No tengo ganas de nada, me voy a la cama, mañana será otro día.

Día 54. Miércoles, 30 de julio. Diluvio en Sundern.

Miércoles.

En cuanto me levanto, veo que hoy va a ser un día muy gris, nada de sol. Está lloviendo desde ayer por la noche, eso es lo que me comenta D., la chica que está haciendo el desayuno.

Al igual que el resto de mañanas, mi hambre no era como la de antes, no me preparo un gran desayuno. Pero antes de nada, voy a prepararme el almuerzo, dos bocadillos con fiambre; para que luego, coger una taza de café con leche, uno o dos cruasanes y unos panecillos con mermelada y mantequilla o bien unos cereales con yoghurt.

Listo ya para irme a clase, pero sin antes coger y revisarlo todo, parece que no me falta nada, almuerzo, libros y la cuota de dinero que pueda llegarme a gastar en una mañana.

Pero al mismo abrir la puerta, veo delante de mí, un gran aguacero de lluvia que está cayendo sobre Sundern, creía que llovía menos cuando he bajado de la habitación, pero no es así, me he equivocado por completo.

¡Pepe, si que llueve! ¿Y ahora qué? 
Pues mirando por los rincones de la cocina, me he encontrado con un paraguas, no sé de quien será, pero de todas maneras lo cojo prestado, ya lo devolveré a la vuelta, suficiente para llegar hasta la parada del autobús y no calarme.

En cuanto llego a la parada, busco algún asiento seco, porque llueve mucho y no me quiero mojar. Lo más extraño de todo es que, no hay nadie en la parada, siempre hay alguna persona esperando, pero esta mañana nadie. Pepe, ¿te habrás equivocado y hoy no hay servicio de autobús por alguna tonta razón?

Me espero, total no tengo otro medio para llegar a clase. Pasan 20 minutos y el autobús no aparece por ningún sitio, estoy con la duda de preguntar o no en recepción, pero también con la duda de que si voy al hotel, lo mismo en ese mismo instante, el autobús llega y lo pierdo, así sigo esperando. 

Una hora ya esperando y van pasando los autobuses de las demás líneas y el mío, R21, sin aparecer.  Siguen pasando los minutos, miro el cartel de los horarios, espero que por lo menos, el de la siguiente hora aparezca por algún sitio. Unos minutos antes de su hora fijada, aparece el de las 8:30. ¡Menos mal, ya me veía hoy sin poder asistir a clases de alemán!

Para mi sorpresa, el autobús va más lleno de gente de lo normal, y la gran mayoría de gente se encuentra en la misma situación que la mía, el autobús de las 7:23 no ha pasado por su parada.

Durante el trayecto a Arnsberg, uno de los pasajeros llama al servicio de atención al cliente de la línea de autobuses, por lo que llego a comprender, pues el caballero pone la función "manos libres" para que todo el mundo pueda escucharlo bien, el autobús anterior no ha podido salir por "una avería". No sé yo, qué casualidad de que un día que este diluviando en Sauerland, se estropeé el bus.

En cuanto llego a la estación de trenes, no tengo que esperar, pues hay trenes cada media hora por la mañana temprano, aunque a la vuelta, suele cambiar, es cada hora.

Llego a Meschede a las 9:15, no tan tarde como yo pensaba. Pero en cuanto llego a clase, veo a T., la profesora, bien cabreada. "¿Qué pasa que llegas tarde?" Se lo intento explicar en mi mejor alemán, pero aún así no queda muy convencida de lo que le he contado. ¿Pero si no pasa ningún autobús, cómo piensa que voy a llegar? ¡Pepe, volando!

Las clases se alternan con los descansos que tenemos. Mientras que mis compañeros se compran bocadillos todos los días, yo prefiero traerme bocadillos del hotel ya hechos y ahorrar algo para otros gastos, viajes de fin de semana o bien para mi cuenta corriente. Ya sé que hace días que no como nada que no sea bocadillos, pero es lo que hay, habrá que aguantarse.

¡Por fin, las clases finalizan por hoy! Hora de darse una vuelta por Meschede, aunque ya esté todo más que visto.

L. necesita hacerse una fotos de carnet, no veas lo caras que son, 16 € por 4 fotos. Me parece un abuso, aunque es el único estudio de fotografía en toda la ciudad, tienen el monopolio del servicio.

Yo voy en la búsqueda de un enchufe para cargar el móvil, tampoco se quedan atrás en la tienda de móviles que lo compro, 13 €, pero una vez que lo pruebo en el hotel, no funciona, le daré otra funcionalidad que no sea cargar el móvil.

Hoy no hay reunión en un bar, P. la han llamado de su hotel que, esta tarde tienen que trabajar. Así que me vuelvo más temprano de lo habitual con el tren de las 16:43, espero por lo menos llegar a tiempo a coger el autobús de las 17:05, según mis cálculos, llego de sobra, aunque con el servicio de trenes, también te puedes llegar alguna sorpresa.

Ninguna novedad, llego a Sundern sobre las 17:35, me da tiempo a dejar la mochila y a dar una vuelta por "el centro" antes que cierren las tiendas.

Tengo que hacer un par de compras, nada fuera de los normal, ir al supermercado y a la librería a por pegamento fuerte. No tardo mucho en acabar estas tareas, así que, ni me lo pienso, y vuelvo al hotel a descansar y ver si puedo hacer planes para este fin de semana.


El ticket del reciclado de la semana,
me ofrece un descuento semanal muy
apetitoso.



Acabo de encontrar el gallo que canta
por la mañana temprano, lo tienen de
mascota a un par de manzanas del hotel.
¡Pepe, hay gente para todo!


Hasta las 23:00 horas, cuando ya está la cocina vacía de personal, no bajo a ver si me han hecho algún cambio en mi horario de trabajo, parece que no, el fin de semana libre sigue en pie.


Hora de irme a dormir, sino antes cenar algo, un poco de pan con "foie gras" y un yoghurt. Sigo con esta dieta tan extraña, nada de comida caliente, pero si bocadillos. 

miércoles, 6 de agosto de 2014

Día 53. Martes, 29 de julio.

Martes

Me levanto a mi hora de siempre, a las 6:30 horas de la mañana. ¡Pepe!, ¿quién te iba a decir que hasta en verano ibas a madrugar? Han habido días que me he levantado y he tenido que hacer las cosas muy rápido porque sino, no me iban a dar tiempo a terminarlas.


Parece que han habido, más de uno durmiendo en una habitación.

¿Y qué me dices de los desayunos?, ya apenas tengo ganas de desayunar, tan solo unas tostadas o cruasanes y un taza de café con leche, eso es imprescindible para despertar por las mañanas. Tal vez, cuando no tengo clase, que tengo que trabajar, me extralimito un poco menos y tomo algo más, pero por lo normal, ya los platos han descendido de tamaño y de contenido.

Cuando ya lo tengo ya todo listo, empaqueto los bocadillos y me voy.

Aunque estamos ya a finales de julio, parece que el verano no quiere todavía empezar, hace fresco por la mañana, pero luego a media mañana o más tarde, se puede disfrutar de un rato de sol, porque luego desaparece por completo.


29 de julio por la mañana y hace una niebla
que no se ve nada, pero nada.


El autobús llega a su hora y el tren también, no tengo dificultades ninguna, así que toca darse una vuelta por Meschede antes de llegar a clase. En realidad, no hay muchas que ver, las mismas tiendas y los mismos rincones para sentarse cerca del río. Pero aún así prefiero estar aquí que, llegar el primero a clase y tener que estar solo en clase a la espera que lleguen los demás compañeros.

Mira lo que me encuentro en la estación de trenes de Arnsberg mientras espero.


Esta locomotora no tiene pinta de ser de uno de los trenes
de pasajeros, ni siquiera es de color rojo como los trenes regionales


¿Quién dijo que los trenes no eran largos?
Pues este parece que tiene unos pocos vagones.



Me quedo con la referencia del tren.
Pero, ¡Pepe, que le echas foto a todo!
Es por culpa del aburrimiento, en muchas ocasiones,
me vuelvo loco.

Ya en Meschede, me fijo que alguna que otra puerta tiene el siguiente letrero en la parte superior.


Y junto a la puerta, hay una bicicleta sin candado, más de uno, la cogería prestada durante unos días.


Tengo que irme a clase, así que no estoy en condiciones de coger un vehículo de dos ruedas prestado.




La plaza de atrás de la iglesia.


Tras agotar todo el tiempo posible, me voy a clase. Para mi sorpresa, soy el primero en llegar. Enchufo el internet en el móvil y me empiezan a llegar mensajes de mis compañeros, que llegarán tarde, que por una razón u otra se les ha escapado el autobús. Pues toca más de lo mismo esperar, no tengo otra cosa que hacer que estar allí.

A una determinada hora, la profesora entra en la clase y decide empezar a corregir los deberes, menos mal que se me ha ocurrido hacerlos mientras que iba en el autobús esta misma mañana, que sino, no sé lo que podría haber pasado. Cuando ya estoy terminando de leer los ejercicios, comienzan a llegar algunos de mis compañeros, aún así se lo toman en broma. Todo es broma para ellos, "pues ¡viva la Pepa!"

Más de lo mismo, risas y desmadre en clase. Las clases ya no me parecen nada serías, algunos intentamos ir a aprender algo de alemán, mientras otros van a pasar el rato o eso es lo que me parece a mí.

Se acaban las clases, después de estar haciendo ejercicios y dando gramática sin entenderla demasiado, cuando llegue al hotel, me tocará estudiarla a fondo y acudir a otras fuentes de información para enterarme algo más.

Llega la hora de finalizar las clases, A. y R., mientras que el resto nos quedamos a dar una vuelta y a tomar algo en un bar junto al río. En cuanto veo la carta, no puedo resistirme, tienen cosas para comer, ¡voy a poder comer algo que no sean bocadillos o ensalada! Me pido un "Asian wrap", ¡está delicioso! Pepe, normal, sino paras de comer bocadillos y ensaladas, te sabe cualquier cosa deliciosa.

Me monto en la parte de atrás del último vagón y mira con lo que me encuentro, que curioso y cuántos botones y luces, lástima que este cerrado con llave.



Hora de partir, y de estar esperando el autobús en Arnsberg durante un largo rato. 

Mira que me he cruzado con gente rara cuando viajo, pero es que, mientras que estaba esperando en los escalones de la estación, es que no hay ningún banco para sentarse, ha pasado un alemán de grandes dimensiones con una gran panza , sin camiseta y con una falda escocesa. ¡Me he quedado perplejo! No le he hecho una foto, porque sino habría sido demasiado.

Llega el autobús, ya no hay nada más que subir y esperar a que llegue a mi destino, el hotel. No tengo más destinos aquí en Sauerland, más que el hotel y Meschede.



Día 52: Lunes 28 de julio

Lunes

"Por cierto, he visto esta mañana el horario de trabajo de esta semana, y me ha parecido muy extraño, tengo muchos huecos, ¡Pepe, no te gusta ni un pelo!"

Día de clase de alemán, pues ya sabemos lo que toca, más de lo mismo.

Levantarse súper temprano, pues no hay buena comunicación de transporte público hasta Meschede. Hay que coger autobús y tren. Para hacer eso, hay que intentar compaginar los dos.

Para la ida, hay buena combinación, aún así hay que madrugar un poco más de la cuenta, a las 6:30 horas hay que estar en pie, ¡Pepe, qué remedio!


Las horas que son y no encuentro a
nadie en el vagón en el que viajo.

Es cuando a la vuelta, hay malas combinaciones de autobuses y no me digas cuando el tren regional empieza con sus retrasos, que si "espere 5 minutos, 10 minutos o incluso 15 minutos".

Hoy no tengo ni idea de lo que vamos a dar en clase, pero seguro que a la tercera o cuarta hora de clase, no voy a poder concentrarme, del cansancio. Demasiadas horas de clase seguidas, tal vez si fueran menos, seguro que sacaríamos más rendimiento.

Llego a clase, como siempre, toca esperar al resto de compañeros, ¿por qué tendré que llegar yo siempre tan temprano? Me gustaría saber quién es el que decide poner el horario de autobuses y trenes, que le diría un par de cosas, bien dichas, a la cara.

Toca descansar. Mientras unos se van a la pizzería a comprarse algo, me voy al supermercado de ALDI, el que está junto a la estación de tren, a probar suerte, a ver si la suerte me sonríe y encuentro algo interesante para comer.

Efectivamente, doy con algo que no está nada mal. Una tabla de sushi, ya que no hay restaurantes japoneses por las cercanías, que mejor esto, que nada.


Lástima que lleve tan poco.


Al terminar las clases, todos nos volvemos a su correspondiente hotel, o como dice L., una compañera del curso de alemán, "nos volvemos a nuestra casa de Alemania". Cuando dice eso, yo me echo a reír, no puedo considerar una habitación de hotel como mi hogar, todavía no.


Las cosas que me encuentro en los pasos subterráneos del tren.
¿A quién se le habrá ocurrido bajar un carro por las escaleras?

Y no podríamos terminar el día en Alemania sin aguacero incluido.



Los días en Alemania no pueden ser siempre con el mismo estado meteorológico, sol o nublado. Pues no, tienen que ser mixto. Amanece con un sol estupendo, hace un poco de calor a media mañana, por la tarde te asas, 34 ºC y ya un poco más tarde, te calas.

martes, 5 de agosto de 2014

Día 50 y 51. Sábado y Domingo, 26 y 27 de julio.

Los horarios en Alemania.

¡Qué diferente es la vida aquí! Todo va un ritmo distinto. Mientras que yo pienso que es hora de esto, los alemanes ya están haciendo algo completamente distinto.

Por la misma mañana, cuando me levanto y me estoy preparando para una nueva mañana (asearse, ducharse, preparar la mochila si voy a clase), ellos ya han empezado a desayunar, pero si son tan solo las 7:00 horas de la mañana. Me parece que madrugan demasiado, incluso los fin de semanas, cerca de las 8:00 de la mañana, ya está en pie y en la barra del desayuno; ¿acaso no les gusta estar un rato más en la cama, mientras decides levantarte o no? ¡No Pepe, eso aquí ni se lo plantean si hacerlo o no! 

En cuanto abro la puerta, veo como el servicio de limpieza ya está en funcionamiento, las limpiadoras llevan una lista de las habitaciones que tienen que entrar o no a limpiar. Mi habitación algunas veces está y otras no. No siempre pasan por aquí, además como es la última del pasillo, les viene mucho mejor no andar tanto para llegar hasta aquí.

El tiempo de desayunar empieza desde las 6:00 horas, pues prácticamente la mayoría de cosas las tienen preparadas de la mañana anterior. Hasta las 10:00 horas de la mañana o los domingos hasta las 11:00 horas.

Luego llega lo más divertido de todo, el servicio de comidas del mediodía, que a pesar de que digan que los extranjeros no comen tanto como los españoles a media mañana, eso es mentira por completo. Tienen un buen menú de chupetones de carne, completamente grasientos, vamos que si que comen.

Este show comienza a eso de las 12:30 de la mañana, hasta las 13:30 horas hasta eso de las 14:00 horas. Eso si, comen temprano, para mi, demasiado temprano. Pero Pepe, ¿aún no te has acostumbrado a comer temprano? Pues no, pues mi turno de comida empieza a las 14:00 horas, después del turno de trabajo si me toca trabajar por la mañana, o bien antes del turno de la tarde.

Y si terminan de comer sobre las 14:00 horas, hay algunos de ellos que a las 17:00 horas ya están pidiendo de cenar de nuevo, es que no son capaces de estar un rato sin comer. Pues sobre las 17:00 horas, se vuelve a empezar a cocinar.

Pues el mismo sábado que libraba, me fui a dar una vuelta por los alrededores y a ver si me compraba algo para cenar más tarde, y al mismo girar la calle, pues me encuentro a alemanes ya sentados en las mesas pidiendo para cenar. ¡Increíble!


Para que luego a partir de las 21:00 horas ya paran de comer y se empieza a limpiar la cocina por completo.