Jueves. Día de despedirse de Alemania.
Cuando te levantas con un mal sabor de boca de que van a pasar diferentes cosas durante el día, ¿qué es lo primero que te vienen a la cabeza? Grandes decisiones que van a cambiar tu destino en el lugar de destino alemán.
He bajado a eso de las 9 de la mañana, ya ha dejado de gustarme el desayuno, los primeros días es la novedad, pero ya son muchos días seguidos con las mías cosas, así que ya solo cojo lo que sé que es fresco, que lo hacen en esa misma mañana.
Al principio, cogía huevos revueltos, pero cuando vi cómo se hacían, deseché la idea de coger más. De igual manera que con la fruta que, está bien cortada a rodajas, la cortan la mañana anterior y la envuelven en papel film para que no estropee de un día para otro.
Así que esta mañana ha sido café con leche, unas tortillas y un poco de salchichas con cebolla y un panecillo.
En cuanto he terminado, he cogido mi taperware y me lo he llenado de fiambre, bien para esta noche o cuando se quiera.
Lo he dejado todo en la habitación, he comprado el correo electrónico y enseguida, me ha tocado bajar a la cocina. Sino antes, darme una vuelta por Sundern y echar unas pocas fotos a la única iglesia que existe en toda "la ciudad".
Placa que hay justo antes
de entrar a la iglesia, no son cristianos,
sino evangelistas
El interior de la iglesia,
un lugar de rezo, discreto.
Hoy, por alguna razón extraña, no me han mandado muchas cosas que hacer, preparar lechuga para la ensalada y, apenas, algo más.
No me ha gustado nada el ambiente que ha habido en la cocina, algo malo me veía que iba a pasar.
Mientras estaba haciendo lo de las ensaladas, ha aparecido una de las recepcionistas y me ha preguntado algo muy extraño, "¿cuanto tiempo te vas a quedar más?, para reservar tu habitación más tiempo o menos". Pero, ¿qué dice esta mujer? En ese mismo momento, ha aparecido en escena el chef T. y le ha soltado algo en alemán, que no he llegado a entender del todo. Tengo el presentimiento de que hoy, va a ser el último día normal en cocina.
Efectivamente, cuando estoy a punto de terminar el turno de mañana, para hacer mi pausa del mediodía, me sorprende el chef T., diciéndome que a las 15:00 horas tengo que estar en la cocina porque tengo una reunión con él y el administrador.
Me suena a que me va a decir algo muy serio, desde que estoy aquí, no me han concertado ninguna cita.
Me doy prisa, sea lo que sea, tengo que hacer unas cosas primero. El chef me insiste en que si quiero comer algo, pero me parece que se me ha quitado el hambre de repente, estoy más centrado en mis cosas, más que otra cosa.
Lo primero es lo primero, ir al banco a empezar a sacar dinero, me hace falta pasta, aunque vivo en el hotel, desplazarme un par de días de la semana a Meschede vale bastante pasta.
Por fin, llegan las 15:00 horas de la tarde. Y me encuentro en la cocina, me parece que van a decir algo muy malo. Por fin, aparece el chef T. y me dice que lo siga hasta la sala de reuniones de la primera planta, a los pocos segundos, aparece el administrador con la carpeta con todos mis datos.
Se sientan los dos en frente de mí, y me lo dejan soltar, sin ningún remordimiento, no me quieren como cocinero, no les gusta como trabajo en la cocina.
¡Qué! ¡No me quieren como aprendiz de cocina! Pues,… Adiós. ¿Qué les iba a decir, sino?
Además, me dan la nómina de este mes, me han descontado las comidas (desayunos, comidas y cenas). Pues se ha quedado en nada. En resumidas cuentas, esclavizado en la cocina por un par de euros.
Así que me volveré a ver España en un par de semanas. Fecha de llegada el 8 de agosto.
Después de descansar un rato, vuelvo a la cocina. Parece que, el resto de la plantilla sabe que estoy fuera, pues no me hacen ni caso, ni me dirigen la palabra. Toda el turno estoy con los brazos cruzados, parado frente a un mostrador.
Vuelvo a la habitación a la misma hora de siempre, sobre las 10:30 horas.
No tengo ganas de nada, me voy a la cama, mañana será otro día.
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