domingo, 10 de agosto de 2014

Día 54. Miércoles, 30 de julio. Diluvio en Sundern.

Miércoles.

En cuanto me levanto, veo que hoy va a ser un día muy gris, nada de sol. Está lloviendo desde ayer por la noche, eso es lo que me comenta D., la chica que está haciendo el desayuno.

Al igual que el resto de mañanas, mi hambre no era como la de antes, no me preparo un gran desayuno. Pero antes de nada, voy a prepararme el almuerzo, dos bocadillos con fiambre; para que luego, coger una taza de café con leche, uno o dos cruasanes y unos panecillos con mermelada y mantequilla o bien unos cereales con yoghurt.

Listo ya para irme a clase, pero sin antes coger y revisarlo todo, parece que no me falta nada, almuerzo, libros y la cuota de dinero que pueda llegarme a gastar en una mañana.

Pero al mismo abrir la puerta, veo delante de mí, un gran aguacero de lluvia que está cayendo sobre Sundern, creía que llovía menos cuando he bajado de la habitación, pero no es así, me he equivocado por completo.

¡Pepe, si que llueve! ¿Y ahora qué? 
Pues mirando por los rincones de la cocina, me he encontrado con un paraguas, no sé de quien será, pero de todas maneras lo cojo prestado, ya lo devolveré a la vuelta, suficiente para llegar hasta la parada del autobús y no calarme.

En cuanto llego a la parada, busco algún asiento seco, porque llueve mucho y no me quiero mojar. Lo más extraño de todo es que, no hay nadie en la parada, siempre hay alguna persona esperando, pero esta mañana nadie. Pepe, ¿te habrás equivocado y hoy no hay servicio de autobús por alguna tonta razón?

Me espero, total no tengo otro medio para llegar a clase. Pasan 20 minutos y el autobús no aparece por ningún sitio, estoy con la duda de preguntar o no en recepción, pero también con la duda de que si voy al hotel, lo mismo en ese mismo instante, el autobús llega y lo pierdo, así sigo esperando. 

Una hora ya esperando y van pasando los autobuses de las demás líneas y el mío, R21, sin aparecer.  Siguen pasando los minutos, miro el cartel de los horarios, espero que por lo menos, el de la siguiente hora aparezca por algún sitio. Unos minutos antes de su hora fijada, aparece el de las 8:30. ¡Menos mal, ya me veía hoy sin poder asistir a clases de alemán!

Para mi sorpresa, el autobús va más lleno de gente de lo normal, y la gran mayoría de gente se encuentra en la misma situación que la mía, el autobús de las 7:23 no ha pasado por su parada.

Durante el trayecto a Arnsberg, uno de los pasajeros llama al servicio de atención al cliente de la línea de autobuses, por lo que llego a comprender, pues el caballero pone la función "manos libres" para que todo el mundo pueda escucharlo bien, el autobús anterior no ha podido salir por "una avería". No sé yo, qué casualidad de que un día que este diluviando en Sauerland, se estropeé el bus.

En cuanto llego a la estación de trenes, no tengo que esperar, pues hay trenes cada media hora por la mañana temprano, aunque a la vuelta, suele cambiar, es cada hora.

Llego a Meschede a las 9:15, no tan tarde como yo pensaba. Pero en cuanto llego a clase, veo a T., la profesora, bien cabreada. "¿Qué pasa que llegas tarde?" Se lo intento explicar en mi mejor alemán, pero aún así no queda muy convencida de lo que le he contado. ¿Pero si no pasa ningún autobús, cómo piensa que voy a llegar? ¡Pepe, volando!

Las clases se alternan con los descansos que tenemos. Mientras que mis compañeros se compran bocadillos todos los días, yo prefiero traerme bocadillos del hotel ya hechos y ahorrar algo para otros gastos, viajes de fin de semana o bien para mi cuenta corriente. Ya sé que hace días que no como nada que no sea bocadillos, pero es lo que hay, habrá que aguantarse.

¡Por fin, las clases finalizan por hoy! Hora de darse una vuelta por Meschede, aunque ya esté todo más que visto.

L. necesita hacerse una fotos de carnet, no veas lo caras que son, 16 € por 4 fotos. Me parece un abuso, aunque es el único estudio de fotografía en toda la ciudad, tienen el monopolio del servicio.

Yo voy en la búsqueda de un enchufe para cargar el móvil, tampoco se quedan atrás en la tienda de móviles que lo compro, 13 €, pero una vez que lo pruebo en el hotel, no funciona, le daré otra funcionalidad que no sea cargar el móvil.

Hoy no hay reunión en un bar, P. la han llamado de su hotel que, esta tarde tienen que trabajar. Así que me vuelvo más temprano de lo habitual con el tren de las 16:43, espero por lo menos llegar a tiempo a coger el autobús de las 17:05, según mis cálculos, llego de sobra, aunque con el servicio de trenes, también te puedes llegar alguna sorpresa.

Ninguna novedad, llego a Sundern sobre las 17:35, me da tiempo a dejar la mochila y a dar una vuelta por "el centro" antes que cierren las tiendas.

Tengo que hacer un par de compras, nada fuera de los normal, ir al supermercado y a la librería a por pegamento fuerte. No tardo mucho en acabar estas tareas, así que, ni me lo pienso, y vuelvo al hotel a descansar y ver si puedo hacer planes para este fin de semana.


El ticket del reciclado de la semana,
me ofrece un descuento semanal muy
apetitoso.



Acabo de encontrar el gallo que canta
por la mañana temprano, lo tienen de
mascota a un par de manzanas del hotel.
¡Pepe, hay gente para todo!


Hasta las 23:00 horas, cuando ya está la cocina vacía de personal, no bajo a ver si me han hecho algún cambio en mi horario de trabajo, parece que no, el fin de semana libre sigue en pie.


Hora de irme a dormir, sino antes cenar algo, un poco de pan con "foie gras" y un yoghurt. Sigo con esta dieta tan extraña, nada de comida caliente, pero si bocadillos. 

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