Martes
Me levanto a mi hora de siempre, a las 6:30 horas de la mañana. ¡Pepe!, ¿quién te iba a decir que hasta en verano ibas a madrugar? Han habido días que me he levantado y he tenido que hacer las cosas muy rápido porque sino, no me iban a dar tiempo a terminarlas.
Parece que han habido, más de uno durmiendo en una habitación.
¿Y qué me dices de los desayunos?, ya apenas tengo ganas de desayunar, tan solo unas tostadas o cruasanes y un taza de café con leche, eso es imprescindible para despertar por las mañanas. Tal vez, cuando no tengo clase, que tengo que trabajar, me extralimito un poco menos y tomo algo más, pero por lo normal, ya los platos han descendido de tamaño y de contenido.
Cuando ya lo tengo ya todo listo, empaqueto los bocadillos y me voy.
Aunque estamos ya a finales de julio, parece que el verano no quiere todavía empezar, hace fresco por la mañana, pero luego a media mañana o más tarde, se puede disfrutar de un rato de sol, porque luego desaparece por completo.
29 de julio por la mañana y hace una niebla
que no se ve nada, pero nada.
El autobús llega a su hora y el tren también, no tengo dificultades ninguna, así que toca darse una vuelta por Meschede antes de llegar a clase. En realidad, no hay muchas que ver, las mismas tiendas y los mismos rincones para sentarse cerca del río. Pero aún así prefiero estar aquí que, llegar el primero a clase y tener que estar solo en clase a la espera que lleguen los demás compañeros.
Mira lo que me encuentro en la estación de trenes de Arnsberg mientras espero.
Esta locomotora no tiene pinta de ser de uno de los trenes
de pasajeros, ni siquiera es de color rojo como los trenes regionales
¿Quién dijo que los trenes no eran largos?
Pues este parece que tiene unos pocos vagones.
Me quedo con la referencia del tren.
Pero, ¡Pepe, que le echas foto a todo!
Es por culpa del aburrimiento, en muchas ocasiones,
me vuelvo loco.
Ya en Meschede, me fijo que alguna que otra puerta tiene el siguiente letrero en la parte superior.
Y junto a la puerta, hay una bicicleta sin candado, más de uno, la cogería prestada durante unos días.
Tengo que irme a clase, así que no estoy en condiciones de coger un vehículo de dos ruedas prestado.
La plaza de atrás de la iglesia.
Tras agotar todo el tiempo posible, me voy a clase. Para mi sorpresa, soy el primero en llegar. Enchufo el internet en el móvil y me empiezan a llegar mensajes de mis compañeros, que llegarán tarde, que por una razón u otra se les ha escapado el autobús. Pues toca más de lo mismo esperar, no tengo otra cosa que hacer que estar allí.
A una determinada hora, la profesora entra en la clase y decide empezar a corregir los deberes, menos mal que se me ha ocurrido hacerlos mientras que iba en el autobús esta misma mañana, que sino, no sé lo que podría haber pasado. Cuando ya estoy terminando de leer los ejercicios, comienzan a llegar algunos de mis compañeros, aún así se lo toman en broma. Todo es broma para ellos, "pues ¡viva la Pepa!"
Más de lo mismo, risas y desmadre en clase. Las clases ya no me parecen nada serías, algunos intentamos ir a aprender algo de alemán, mientras otros van a pasar el rato o eso es lo que me parece a mí.
Se acaban las clases, después de estar haciendo ejercicios y dando gramática sin entenderla demasiado, cuando llegue al hotel, me tocará estudiarla a fondo y acudir a otras fuentes de información para enterarme algo más.
Llega la hora de finalizar las clases, A. y R., mientras que el resto nos quedamos a dar una vuelta y a tomar algo en un bar junto al río. En cuanto veo la carta, no puedo resistirme, tienen cosas para comer, ¡voy a poder comer algo que no sean bocadillos o ensalada! Me pido un "Asian wrap", ¡está delicioso! Pepe, normal, sino paras de comer bocadillos y ensaladas, te sabe cualquier cosa deliciosa.
Me monto en la parte de atrás del último vagón y mira con lo que me encuentro, que curioso y cuántos botones y luces, lástima que este cerrado con llave.
Hora de partir, y de estar esperando el autobús en Arnsberg durante un largo rato.
Mira que me he cruzado con gente rara cuando viajo, pero es que, mientras que estaba esperando en los escalones de la estación, es que no hay ningún banco para sentarse, ha pasado un alemán de grandes dimensiones con una gran panza , sin camiseta y con una falda escocesa. ¡Me he quedado perplejo! No le he hecho una foto, porque sino habría sido demasiado.
Llega el autobús, ya no hay nada más que subir y esperar a que llegue a mi destino, el hotel. No tengo más destinos aquí en Sauerland, más que el hotel y Meschede.
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