Cuando te levantas con un mal sabor de boca de que van a pasar diferentes cosas durante el día, ¿qué es lo primero que te vienen a la cabeza? Grandes decisiones que van a cambiar tu destino en el lugar de destino alemán.
He bajado a eso de las 9 de la mañana, ya ha dejado de gustarme el desayuno, los primeros días es la novedad, pero ya son muchos días seguidos con las mías cosas, así que ya solo cojo lo que sé que es fresco, que lo hacen en esa misma mañana.
Al principio, cogía huevos revueltos, pero cuando vi cómo se hacían, deseché la idea de coger más. De igual manera que con la fruta que, está bien cortada a rodajas, la cortan la mañana anterior y la envuelven en papel film para que no estropee de un día para otro.
Así que esta mañana ha sido café con leche, unas tortillas y un poco de salchichas con cebolla y un panecillo.
En cuanto he terminado, he cogido mi taperware y me lo he llenado de fiambre, bien para esta noche o cuando se quiera.
Lo he dejado todo en la habitación, he comprado el correo electrónico y enseguida, me ha tocado bajar a la cocina. Sino antes, darme una vuelta por Sundern y echar unas pocas fotos a la única iglesia que existe en toda "la ciudad".
Placa que hay justo antes
de entrar a la iglesia, no son cristianos,
sino evangelistas
El interior de la iglesia,
un lugar de rezo, discreto.
Hoy, por alguna razón extraña, no me han mandado muchas cosas que hacer, preparar lechuga para la ensalada y, apenas, algo más.
No me ha gustado nada el ambiente que ha habido en la cocina, algo malo me veía que iba a pasar.
Mientras estaba haciendo lo de las ensaladas, ha aparecido una de las recepcionistas y me ha preguntado algo muy extraño, "¿cuanto tiempo te vas a quedar más?, para reservar tu habitación más tiempo o menos". Pero, ¿qué dice esta mujer? En ese mismo momento, ha aparecido en escena el chef T. y le ha soltado algo en alemán, que no he llegado a entender del todo. Tengo el presentimiento de que hoy, va a ser el último día normal en cocina.
Efectivamente, cuando estoy a punto de terminar el turno de mañana, para hacer mi pausa del mediodía, me sorprende el chef T., diciéndome que a las 15:00 horas tengo que estar en la cocina porque tengo una reunión con él y el administrador.
Me suena a que me va a decir algo muy serio, desde que estoy aquí, no me han concertado ninguna cita.
Me doy prisa, sea lo que sea, tengo que hacer unas cosas primero. El chef me insiste en que si quiero comer algo, pero me parece que se me ha quitado el hambre de repente, estoy más centrado en mis cosas, más que otra cosa.
Lo primero es lo primero, ir al banco a empezar a sacar dinero, me hace falta pasta, aunque vivo en el hotel, desplazarme un par de días de la semana a Meschede vale bastante pasta.
Por fin, llegan las 15:00 horas de la tarde. Y me encuentro en la cocina, me parece que van a decir algo muy malo. Por fin, aparece el chef T. y me dice que lo siga hasta la sala de reuniones de la primera planta, a los pocos segundos, aparece el administrador con la carpeta con todos mis datos.
Se sientan los dos en frente de mí, y me lo dejan soltar, sin ningún remordimiento, no me quieren como cocinero, no les gusta como trabajo en la cocina.
¡Qué! ¡No me quieren como aprendiz de cocina! Pues,… Adiós. ¿Qué les iba a decir, sino?
Además, me dan la nómina de este mes, me han descontado las comidas (desayunos, comidas y cenas). Pues se ha quedado en nada. En resumidas cuentas, esclavizado en la cocina por un par de euros.
Así que me volveré a ver España en un par de semanas. Fecha de llegada el 8 de agosto.
Después de descansar un rato, vuelvo a la cocina. Parece que, el resto de la plantilla sabe que estoy fuera, pues no me hacen ni caso, ni me dirigen la palabra. Toda el turno estoy con los brazos cruzados, parado frente a un mostrador.
Vuelvo a la habitación a la misma hora de siempre, sobre las 10:30 horas.
No tengo ganas de nada, me voy a la cama, mañana será otro día.
En cuanto me levanto, veo que hoy va a ser un día muy gris, nada de sol. Está lloviendo desde ayer por la noche, eso es lo que me comenta D., la chica que está haciendo el desayuno.
Al igual que el resto de mañanas, mi hambre no era como la de antes, no me preparo un gran desayuno. Pero antes de nada, voy a prepararme el almuerzo, dos bocadillos con fiambre; para que luego, coger una taza de café con leche, uno o dos cruasanes y unos panecillos con mermelada y mantequilla o bien unos cereales con yoghurt.
Listo ya para irme a clase, pero sin antes coger y revisarlo todo, parece que no me falta nada, almuerzo, libros y la cuota de dinero que pueda llegarme a gastar en una mañana.
Pero al mismo abrir la puerta, veo delante de mí, un gran aguacero de lluvia que está cayendo sobre Sundern, creía que llovía menos cuando he bajado de la habitación, pero no es así, me he equivocado por completo.
¡Pepe, si que llueve! ¿Y ahora qué?
Pues mirando por los rincones de la cocina, me he encontrado con un paraguas, no sé de quien será, pero de todas maneras lo cojo prestado, ya lo devolveré a la vuelta, suficiente para llegar hasta la parada del autobús y no calarme.
En cuanto llego a la parada, busco algún asiento seco, porque llueve mucho y no me quiero mojar. Lo más extraño de todo es que, no hay nadie en la parada, siempre hay alguna persona esperando, pero esta mañana nadie. Pepe, ¿te habrás equivocado y hoy no hay servicio de autobús por alguna tonta razón?
Me espero, total no tengo otro medio para llegar a clase. Pasan 20 minutos y el autobús no aparece por ningún sitio, estoy con la duda de preguntar o no en recepción, pero también con la duda de que si voy al hotel, lo mismo en ese mismo instante, el autobús llega y lo pierdo, así sigo esperando.
Una hora ya esperando y van pasando los autobuses de las demás líneas y el mío, R21, sin aparecer. Siguen pasando los minutos, miro el cartel de los horarios, espero que por lo menos, el de la siguiente hora aparezca por algún sitio. Unos minutos antes de su hora fijada, aparece el de las 8:30. ¡Menos mal, ya me veía hoy sin poder asistir a clases de alemán!
Para mi sorpresa, el autobús va más lleno de gente de lo normal, y la gran mayoría de gente se encuentra en la misma situación que la mía, el autobús de las 7:23 no ha pasado por su parada.
Durante el trayecto a Arnsberg, uno de los pasajeros llama al servicio de atención al cliente de la línea de autobuses, por lo que llego a comprender, pues el caballero pone la función "manos libres" para que todo el mundo pueda escucharlo bien, el autobús anterior no ha podido salir por "una avería". No sé yo, qué casualidad de que un día que este diluviando en Sauerland, se estropeé el bus.
En cuanto llego a la estación de trenes, no tengo que esperar, pues hay trenes cada media hora por la mañana temprano, aunque a la vuelta, suele cambiar, es cada hora.
Llego a Meschede a las 9:15, no tan tarde como yo pensaba. Pero en cuanto llego a clase, veo a T., la profesora, bien cabreada. "¿Qué pasa que llegas tarde?" Se lo intento explicar en mi mejor alemán, pero aún así no queda muy convencida de lo que le he contado. ¿Pero si no pasa ningún autobús, cómo piensa que voy a llegar? ¡Pepe, volando!
Las clases se alternan con los descansos que tenemos. Mientras que mis compañeros se compran bocadillos todos los días, yo prefiero traerme bocadillos del hotel ya hechos y ahorrar algo para otros gastos, viajes de fin de semana o bien para mi cuenta corriente. Ya sé que hace días que no como nada que no sea bocadillos, pero es lo que hay, habrá que aguantarse.
¡Por fin, las clases finalizan por hoy! Hora de darse una vuelta por Meschede, aunque ya esté todo más que visto.
L. necesita hacerse una fotos de carnet, no veas lo caras que son, 16 € por 4 fotos. Me parece un abuso, aunque es el único estudio de fotografía en toda la ciudad, tienen el monopolio del servicio.
Yo voy en la búsqueda de un enchufe para cargar el móvil, tampoco se quedan atrás en la tienda de móviles que lo compro, 13 €, pero una vez que lo pruebo en el hotel, no funciona, le daré otra funcionalidad que no sea cargar el móvil.
Hoy no hay reunión en un bar, P. la han llamado de su hotel que, esta tarde tienen que trabajar. Así que me vuelvo más temprano de lo habitual con el tren de las 16:43, espero por lo menos llegar a tiempo a coger el autobús de las 17:05, según mis cálculos, llego de sobra, aunque con el servicio de trenes, también te puedes llegar alguna sorpresa.
Ninguna novedad, llego a Sundern sobre las 17:35, me da tiempo a dejar la mochila y a dar una vuelta por "el centro" antes que cierren las tiendas.
Tengo que hacer un par de compras, nada fuera de los normal, ir al supermercado y a la librería a por pegamento fuerte. No tardo mucho en acabar estas tareas, así que, ni me lo pienso, y vuelvo al hotel a descansar y ver si puedo hacer planes para este fin de semana.
El ticket del reciclado de la semana,
me ofrece un descuento semanal muy
apetitoso.
Acabo de encontrar el gallo que canta
por la mañana temprano, lo tienen de
mascota a un par de manzanas del hotel.
¡Pepe, hay gente para todo!
Hasta las 23:00 horas, cuando ya está la cocina vacía de personal, no bajo a ver si me han hecho algún cambio en mi horario de trabajo, parece que no, el fin de semana libre sigue en pie.
Hora de irme a dormir, sino antes cenar algo, un poco de pan con "foie gras" y un yoghurt. Sigo con esta dieta tan extraña, nada de comida caliente, pero si bocadillos.
Me levanto a mi hora de siempre, a las 6:30 horas de la mañana. ¡Pepe!, ¿quién te iba a decir que hasta en verano ibas a madrugar? Han habido días que me he levantado y he tenido que hacer las cosas muy rápido porque sino, no me iban a dar tiempo a terminarlas.
Parece que han habido, más de uno durmiendo en una habitación.
¿Y qué me dices de los desayunos?, ya apenas tengo ganas de desayunar, tan solo unas tostadas o cruasanes y un taza de café con leche, eso es imprescindible para despertar por las mañanas. Tal vez, cuando no tengo clase, que tengo que trabajar, me extralimito un poco menos y tomo algo más, pero por lo normal, ya los platos han descendido de tamaño y de contenido.
Cuando ya lo tengo ya todo listo, empaqueto los bocadillos y me voy.
Aunque estamos ya a finales de julio, parece que el verano no quiere todavía empezar, hace fresco por la mañana, pero luego a media mañana o más tarde, se puede disfrutar de un rato de sol, porque luego desaparece por completo.
29 de julio por la mañana y hace una niebla
que no se ve nada, pero nada.
El autobús llega a su hora y el tren también, no tengo dificultades ninguna, así que toca darse una vuelta por Meschede antes de llegar a clase. En realidad, no hay muchas que ver, las mismas tiendas y los mismos rincones para sentarse cerca del río. Pero aún así prefiero estar aquí que, llegar el primero a clase y tener que estar solo en clase a la espera que lleguen los demás compañeros.
Mira lo que me encuentro en la estación de trenes de Arnsberg mientras espero.
Esta locomotora no tiene pinta de ser de uno de los trenes
de pasajeros, ni siquiera es de color rojo como los trenes regionales
¿Quién dijo que los trenes no eran largos?
Pues este parece que tiene unos pocos vagones.
Me quedo con la referencia del tren.
Pero, ¡Pepe, que le echas foto a todo!
Es por culpa del aburrimiento, en muchas ocasiones,
me vuelvo loco.
Ya en Meschede, me fijo que alguna que otra puerta tiene el siguiente letrero en la parte superior.
Y junto a la puerta, hay una bicicleta sin candado, más de uno, la cogería prestada durante unos días.
Tengo que irme a clase, así que no estoy en condiciones de coger un vehículo de dos ruedas prestado.
La plaza de atrás de la iglesia.
Tras agotar todo el tiempo posible, me voy a clase. Para mi sorpresa, soy el primero en llegar. Enchufo el internet en el móvil y me empiezan a llegar mensajes de mis compañeros, que llegarán tarde, que por una razón u otra se les ha escapado el autobús. Pues toca más de lo mismo esperar, no tengo otra cosa que hacer que estar allí.
A una determinada hora, la profesora entra en la clase y decide empezar a corregir los deberes, menos mal que se me ha ocurrido hacerlos mientras que iba en el autobús esta misma mañana, que sino, no sé lo que podría haber pasado. Cuando ya estoy terminando de leer los ejercicios, comienzan a llegar algunos de mis compañeros, aún así se lo toman en broma. Todo es broma para ellos, "pues ¡viva la Pepa!"
Más de lo mismo, risas y desmadre en clase. Las clases ya no me parecen nada serías, algunos intentamos ir a aprender algo de alemán, mientras otros van a pasar el rato o eso es lo que me parece a mí.
Se acaban las clases, después de estar haciendo ejercicios y dando gramática sin entenderla demasiado, cuando llegue al hotel, me tocará estudiarla a fondo y acudir a otras fuentes de información para enterarme algo más.
Llega la hora de finalizar las clases, A. y R., mientras que el resto nos quedamos a dar una vuelta y a tomar algo en un bar junto al río. En cuanto veo la carta, no puedo resistirme, tienen cosas para comer, ¡voy a poder comer algo que no sean bocadillos o ensalada! Me pido un "Asian wrap", ¡está delicioso! Pepe, normal, sino paras de comer bocadillos y ensaladas, te sabe cualquier cosa deliciosa.
Me monto en la parte de atrás del último vagón y mira con lo que me encuentro, que curioso y cuántos botones y luces, lástima que este cerrado con llave.
Hora de partir, y de estar esperando el autobús en Arnsberg durante un largo rato.
Mira que me he cruzado con gente rara cuando viajo, pero es que, mientras que estaba esperando en los escalones de la estación, es que no hay ningún banco para sentarse, ha pasado un alemán de grandes dimensiones con una gran panza , sin camiseta y con una falda escocesa. ¡Me he quedado perplejo! No le he hecho una foto, porque sino habría sido demasiado.
Llega el autobús, ya no hay nada más que subir y esperar a que llegue a mi destino, el hotel. No tengo más destinos aquí en Sauerland, más que el hotel y Meschede.
"Por cierto, he visto esta mañana el horario de trabajo de esta semana, y me ha parecido muy extraño, tengo muchos huecos, ¡Pepe, no te gusta ni un pelo!"
Día de clase de alemán, pues ya sabemos lo que toca, más de lo mismo.
Levantarse súper temprano, pues no hay buena comunicación de transporte público hasta Meschede. Hay que coger autobús y tren. Para hacer eso, hay que intentar compaginar los dos.
Para la ida, hay buena combinación, aún así hay que madrugar un poco más de la cuenta, a las 6:30 horas hay que estar en pie, ¡Pepe, qué remedio!
Las horas que son y no encuentro a
nadie en el vagón en el que viajo.
Es cuando a la vuelta, hay malas combinaciones de autobuses y no me digas cuando el tren regional empieza con sus retrasos, que si "espere 5 minutos, 10 minutos o incluso 15 minutos".
Hoy no tengo ni idea de lo que vamos a dar en clase, pero seguro que a la tercera o cuarta hora de clase, no voy a poder concentrarme, del cansancio. Demasiadas horas de clase seguidas, tal vez si fueran menos, seguro que sacaríamos más rendimiento.
Llego a clase, como siempre, toca esperar al resto de compañeros, ¿por qué tendré que llegar yo siempre tan temprano? Me gustaría saber quién es el que decide poner el horario de autobuses y trenes, que le diría un par de cosas, bien dichas, a la cara.
Toca descansar. Mientras unos se van a la pizzería a comprarse algo, me voy al supermercado de ALDI, el que está junto a la estación de tren, a probar suerte, a ver si la suerte me sonríe y encuentro algo interesante para comer.
Efectivamente, doy con algo que no está nada mal. Una tabla de sushi, ya que no hay restaurantes japoneses por las cercanías, que mejor esto, que nada.
Lástima que lleve tan poco.
Al terminar las clases, todos nos volvemos a su correspondiente hotel, o como dice L., una compañera del curso de alemán, "nos volvemos a nuestra casa de Alemania". Cuando dice eso, yo me echo a reír, no puedo considerar una habitación de hotel como mi hogar, todavía no.
Las cosas que me encuentro en los pasos subterráneos del tren.
¿A quién se le habrá ocurrido bajar un carro por las escaleras?
Y no podríamos terminar el día en Alemania sin aguacero incluido.
Los días en Alemania no pueden ser siempre con el mismo estado meteorológico, sol o nublado. Pues no, tienen que ser mixto. Amanece con un sol estupendo, hace un poco de calor a media mañana, por la tarde te asas, 34 ºC y ya un poco más tarde, te calas.
¡Qué diferente es la vida aquí! Todo va un ritmo distinto. Mientras que yo pienso que es hora de esto, los alemanes ya están haciendo algo completamente distinto.
Por la misma mañana, cuando me levanto y me estoy preparando para una nueva mañana (asearse, ducharse, preparar la mochila si voy a clase), ellos ya han empezado a desayunar, pero si son tan solo las 7:00 horas de la mañana. Me parece que madrugan demasiado, incluso los fin de semanas, cerca de las 8:00 de la mañana, ya está en pie y en la barra del desayuno; ¿acaso no les gusta estar un rato más en la cama, mientras decides levantarte o no? ¡No Pepe, eso aquí ni se lo plantean si hacerlo o no!
En cuanto abro la puerta, veo como el servicio de limpieza ya está en funcionamiento, las limpiadoras llevan una lista de las habitaciones que tienen que entrar o no a limpiar. Mi habitación algunas veces está y otras no. No siempre pasan por aquí, además como es la última del pasillo, les viene mucho mejor no andar tanto para llegar hasta aquí.
El tiempo de desayunar empieza desde las 6:00 horas, pues prácticamente la mayoría de cosas las tienen preparadas de la mañana anterior. Hasta las 10:00 horas de la mañana o los domingos hasta las 11:00 horas.
Luego llega lo más divertido de todo, el servicio de comidas del mediodía, que a pesar de que digan que los extranjeros no comen tanto como los españoles a media mañana, eso es mentira por completo. Tienen un buen menú de chupetones de carne, completamente grasientos, vamos que si que comen.
Este show comienza a eso de las 12:30 de la mañana, hasta las 13:30 horas hasta eso de las 14:00 horas. Eso si, comen temprano, para mi, demasiado temprano. Pero Pepe, ¿aún no te has acostumbrado a comer temprano? Pues no, pues mi turno de comida empieza a las 14:00 horas, después del turno de trabajo si me toca trabajar por la mañana, o bien antes del turno de la tarde.
Y si terminan de comer sobre las 14:00 horas, hay algunos de ellos que a las 17:00 horas ya están pidiendo de cenar de nuevo, es que no son capaces de estar un rato sin comer. Pues sobre las 17:00 horas, se vuelve a empezar a cocinar.
Pues el mismo sábado que libraba, me fui a dar una vuelta por los alrededores y a ver si me compraba algo para cenar más tarde, y al mismo girar la calle, pues me encuentro a alemanes ya sentados en las mesas pidiendo para cenar. ¡Increíble!
Para que luego a partir de las 21:00 horas ya paran de comer y se empieza a limpiar la cocina por completo.
Hoy si que ha sonado el despertador, de hecho, ya estaba despierto unos minutos antes, pero como siempre, y a todos nos pasa, que nos cuesta levantarnos, "5 minutos más y ahora me levanto." ¡Pepe, a levantarse ya!
Hoy es temprano, así que toca ducha por la mañana temprano, no sé, pero estoy un poco tocado de la garganta, no será por el frío que hace por la noche, ninguno, que me asfixio por la noche. Tocará echar en la mochila una chaqueta y un par de aspirinas para la mañana.
Me tomo algo rápido para desayunar y además me preparo unos bocadillos y cojo fiambre para tener un par de días, porque no sé cuando me van a dejar entrar o no a las cocinas para hacer algo de comer para mí.
Todo preparado, cojo mis cosas y me bajo a la parada de autobús, dándole vueltas de la cabeza, abro la mochila y de repente veo que no llevo ni el libro ni el estuche, pero ¿dónde los has metido, Pepe? Miro la hora, no me va a dar tiempo ni por casualidad, vuelvo al hotel, cojo toda las cosas corriendo, por cierto, el estuche estaba en el suelo y el libro encima de la silla.
Pero cuando vuelvo a la parada del autobús, veo como este ya se va alejando por el final de la calle, no me da tiempo a nada. Me toca esperar una hora más al siguiente, así que me vuelvo para la habitación a descansar un poco más y a repasar esto del alemán, que parece tan divertido, ¡Pepe, no seas mentiroso! ¡Qué el alemán no tiene nada de divertido!
¡Por fin, consigo coger el autobús! El tren llega puntual y a las 9:15 horas ya estoy en Meschede, cuando llego a clase, tampoco están muy avanzados, sino que apenas han empezado, no me he perdido nada.
Las clases continúan con buen ritmo, dando toda la gramática que se pueda y sobretodo, enviándonos todos los deberes posibles para casa.
Las mejores cosas ocurren durante el descanso, sobretodo si voy acompañado de R. y A. No te puedes aburrir cuando estás con ellos.
En uno de los descansos, nos hemos recorrido Meschede entera buscando alguna tienda en la que vendieran juegos para ordenador y PlayStation, al final, no hemos encontrado ninguna, pero eso si, les han preguntado a todo el que se encontraban por la calle, si conocían en la ciudad algún tienda de juegos.
En la segunda pausa, hemos conocido a una española afincada en Meschede. Como no podemos estar cayados, ni siquiera cuando estamos caminando por la calle, en cuanto nos ha oído, nos ha preguntado "¿españoles, de qué parte?". Una mujer muy agradable y muy simpática.
Hoy como era el último día que teníamos a esta profesora, se nos ha ocurrido de ir al supermercado a comprar una caja de bombones, la mujer no se lo esperaba y cuando lo ha visto, se ha llevado una grata sorpresa.
Finalizadas las clases, nos hemos despedido de la profesora y hemos tomado rumbo cada uno para nuestros respectivos hoteles, no tenían muchas ganas de fiestas, pues al día siguiente o incluso esta misma tarde, les esperaban jornada de trabajo.
Así que yo, al igual que el resto, me he marchado temprano también. Tampoco quería quedarme solo en Meschede sin saber qué hacer. El autobús ha llegado enseguida y a eso de las 17:30 ya estaba en Sundern.
Estoy acostado cuando miro para la ventana, parece que entra mucho sol, miro la hora en el móvil, ¡las 7:15 horas! ¡Caramba y el autobús sale a las 7:23 horas!¡Pepe, corre!
Vestirse, asearse y la mochila.
Compruebo que llevo el bono de autobús y dinero si surge alguna emergencia.
Y salgo corriendo escaleras abajo. Me salto el desayuno, no me da tiempo a eso, y corro para la parada de autobús, no me importan los semáforos, aunque no hay mucho tráfico, puedo cruzar con facilidad, la cuestión es llegar a tiempo a la parada de autobús.
Cuando llego, hay una persona más esperando el bus, ¡uf, casi que lo pierdo! No me da tiempo ni a sentarme, en cuanto alzo la vista, allí está el autobús R21, enseño mi bono y a respirar tranquilo, mientras que llega a Arnsberg.
En cuanto llego, paso a la cafetería, el Bistro que hay, y me tomo un capuchino y un croissant.
¿Emergencias? Esta es una de ellas, desayunar
en un Bistro.
La broma de levantarme tarde, me sale un poco cara, 3,50 €, pero es el precio de no llegar tarde a clase y con cara de sueño. Pago y me marcho al andén a esperar el tren.
Para el camino, me agencio con una chocolatina.
Tranquilidad, está pagada también.
A los pocos minutos llega mi tren y en un par de minutos más, entre 15 y 20, estoy en Meschede.
Se me ocurre, por casualidad, ir al banco, Sparkasse, de la zona y para sorpresa mía, me dice el caballero que me atiende, que la tarjeta que tengo solo la puedo utilizar en el banco de Sunden. ¡Pero cómo pueden ser así los alemanes, de tener tarjetas para el banco que funcionan así!
Una bonita zona al lado de el Sparkasse para sentarse,
me recuerda a una de las zonas del parque de "The High Line"
No soy el único sorprendido, pues cuando estamos en clase, algunos de mis compañeros les pasa lo mismo con sus tarjetas bancarias, solo pueden sacar dinero en el cajero del pueblo en el que viven.
Las clases empiezan, hay cosas que no consigo entenderlas, como hacer ejercicios de gramática sin haber explicado antes nada, tan solo fijándote un poco en el cuadro que viene antes de los ejercicios, pero así no se aprende, repitiendo ejercicios tantas veces como haga falta. ¡Olé!
Hacemos nuestras pausas correspondientes. En una de ellas, me voy a comprarme algo para comer para el mediodía con A. y R., un plato de espaguetis a la carbonada, 7,00 €. La factura se va incrementando hoy poco a poco.
Mis compañeros, al mismo llegar a clase, no se pueden contener y empiezan a comer, carne de kebab acompañada de patatas fritas, yo por el contrario, me espero a la siguiente pausa, no tengo tanta hambre como para tener que devorar el plato en pocos minutos.
Creo que no debería de desayunar tanto, cuando tengo clases y en los días libres, puede pasar un par de días con café y un par de tostadas, o no…
Terminan las clases, hora de dar una vuelta por Meschede y de contarnos las anécdotas ocurridas durante nuestros días de trabajo.
Unos optan por ir a dar una vuelta y L. quiere ir de tiendas, no tengo nada que hacer, así que me ofrezco voluntario a acompañarla, mientras que el resto van a buscar un bar para beber cerveza.
Me voy con ella porque sé que busca algo muy concreto, camisas blancas para completar el uniforme de trabajo, que sino, pues me lo habría pensado dos veces y me habría unido al grupo de búsqueda. Enseguida, encuentra lo que buscaba, probárselas las camisas y comprárselas, no he visto a una chica comprar tan rápido, no se lo ha pensado mucho.
Dice que va a sacar dinero, que ya no le queda, y le pregunto que si va a ser con la tarjeta española, ella me mira con una cara de extrañada, no se cree lo que le estoy diciendo, hasta que comprueba, por si misma, tras pasar por dos sucursales de su banco, que digo la verdad, que no puede sacar dinero.
Está en Meschede, sin dinero y tampoco nos quiere pedir dinero a nosotros, la solución es, devolver una de las camisas, aunque dice que no, que le da mucha vergüenza, ¡vaya tontería más grande, que te da vergüenza eso! ¡trae, que te la devuelvo yo! Dicho y hecho, 20 € al bolsillo para poder volver o gastar en algo más importante.
Hora de localizar al resto del personal. Antes de enviarles un mensaje, pasamos por "nuestro bar", pero para sorpresa, no están allí. Los localizamos en un bar de al lado del río.
En cuanto llegamos, parece que se han tomado ya una cerveza de 0,5 L, ¡imposible, en tan poco tiempo! Están riéndose, algo han hecho. O bien, es por el efecto del alcohol o por algo gracioso. Cuando nos sentamos con ellos, nos cuentan que se les ha caído la sombrilla de la terraza encima de la mesa y como consecuencia, los vasos se han volcado, ¡efecto dominó!
Así que quieren sentarse dentro, no quieren más problemas con los vasos de las cervezas, ¡normal, menudo susto!
Nos sentamos al lado de una mesa con un bebé, ¡uf, espero que no nos de la tarde! Todo lo contrario, parece que al oírnos hablar en otro idioma, nos presta más atención a nosotros que a su propia madre, ¡ja, ja, ja! Nos reímos un montón durante un buen rato con el bebé germano.
Al grupo se nos une una amiga alemana de A., que habla español perfectamente, eso es que ha vivido en España un par de años atrás, un buen contacto para estar enterado de lo que ocurre por aquí o si tenemos alguna duda al respecto.
Antes de las 18:00 horas, R., A. y la amiga de A. se marchan tienen que coger su autobús, yo me quedaré un poco más, puedo coger el tren de las 18:43, pero confiado de mí, pues en cuanto llego a la estación, me encuentro en el panel electrónico que el tren lleva un retraso de 10 minutos, ¡vaya transportes públicos alemanes!, por no decir otra cosa… Esto se traduce en que perderé el bus de Arnsberg a Sundern, a esperar 2 horas al próximo; o bien optar por coger un taxi.
Sin dudar, escojo la primera opción, esperarme en la estación a que pase el último bus, el de las 21:05. Mi factura de gastos se ha incrementado bastante por hoy, así que por una vez, disfrutaré del paisaje.
Mientras la espera me pongo a pensar de todo un poco: en esta entrada del blog, en lo que pueda hacer el fin de semana y sobretodo en la familia, que hace más de un mes que no la veo y la extraño un montón.
Me fijo que al lado de unos bancos,
hay esta figura con una inscripción:
"Den toten Helden. Eisenbahn
Hauptwerkstätte Arnsberg. 1914-1918"
(El héroe muerto. Ferrocarril
Principal Arnsberg taller. 1914-1918)
Veo como poco a poco, los coches que hay aparcados en el aparcamiento de la estación van recogiendo a amigos o familiares.
En ese momento, al que más le gustarían que recogieran en coche es a mí, y que me dijeran, ¡venga Pepe, que nos vamos para España, haz la maleta!
Una chica, que me cruzo con ella cuando voy a Meschede, está esperando al igual que yo en las escaleras de la estación, pues a estas horas, la sala de espera ya está cerrada. En cuanto llegan sus amigos, se baja el conductor y le cede el asiento, para que lleve ella el coche.
Yo sigo esperando el autobús.
Llega un mercedes descapotable, de un par de años atrás, de los 80, conducido por una mujer, tiene toda la pinta de que ha venido hasta la estación a recoger a alguien, pues no para de dar vueltas por los alrededores como para hacer tiempo, hasta que decide pararse justo delante de donde estoy sentado, este es el instante para moralizar con una instantánea con mi móvil. Efectivamente, estaba esperando a otra chica, la cual se ríe cuando ve que ha venido la amiga a recogerla con su flamante mercedes.
Pasea la gente del lugar, bien con otras personas o con sus mascotas y se me quedan mirándome, pues estoy desplegado en un banco con mapas turísticos al lado, como siempre, no les hago mucho caso, yo a lo mío.
Por fin, veo el autobús que se acerca, todavía no es la hora, pues antes de pasar por la estación de tren, hace un descanso y aparca a 50 metros de la misma.
Pero antes, el sol me ilumina por unos segundos,
instantes antes de esconderse. Hasta mañana.
Me voy para la parada y soy yo, el único, que se monta en el autobús, incluso, no es hasta una de las paradas de Sundern, cuando alguien entra. No hay mucha gente a estas horas de la noche, todo el mundo ya está en casa.
Llego al hotel a las 21:40, a estas horas, no me está permitido entrar a la cocina a hacerme algo o bien coger fiambre con pan. Me tendré que conformar con lo que tenga en el frigorífico y sino a hacer ayuno.
Hoy no me he quedado durmiendo, sino que me he despertado antes que sonara la alarma del móvil e incluso, se me ha olvidado desconectarla.
Me he vestido y he bajado a desayunar. Tampoco es que tuviera mucha hambre, pero he hecho el esfuerzo por comer, pues nunca se sabe lo que pueda llegar a pasar, me he hecho un bocadillo y me he salido a tomármelo a la plaza del ayuntamiento, a tomar el aire.
Seguidamente, me he ido otra vez al banco, Sparkasse, para ver si hay alguna solución a la tarjeta.
De nuevo, tras mucho intentos, no ha funcionado.
Me han pasado con un "jefecito" para que me lo explicase en inglés. Pues si se ve que no funciona, no hay mucho que explicar. Me ha pedido una nueva tarjeta, parece ser que es la primera vez que les pasa un caso como este, "le pasa al más guapo" (comentario de mi padre cuando se lo he contado). Así que ahora solo puedo sacar dinero enseñando la tarjeta en el banco.
Por cierto, hay que decirlo, muy buena atención al público. Pero que le vamos a hacer, sacaré dinero solo por las mañanas o cuando el banco este abierto.
Salir del banco y darme una vuelta por "el centro", por al lado de la iglesia. He visto, por casualidad, una peluquería de caballeros, ¡pues no sería mala idea!
Lo dejo como proyecto de futuro.
Me ha venido el recuerdo una lámpara de aceite
que tiene mi padre, pero ésta por el contrario,
funciona con pilas y con una bombilla.
Ahora es hora de volver al hotel y cambiarse para volver a la cocina a, igual que ayer, fregar platos.
En cuanto entro por la cocina, veo que el mostrador está lleno de todo tipo de platos del desayuno, entre ellos, estará el mío.
Delantal y guantes y a empezar a frotar y meter platos al lavavajillas.
A las 15:45 he cortado y a las 16:00 ya tenía preparada mi comida y" estaba con las manos en masa", ya estaba comiendo. He aprovechado un poco de todo lo que había por el mostrador, mientras que los chefs no estaban por la cocina: un poco de calabaza y un poco de salsa de tomate, y por lo menos, los lomos tienen otro sabor.
El bol de lomos ya tiene otra pinta distinta.
Ya no me los he tomado solos.
Me subo para la habitación, y para sorpresa mía, hay unos huéspedes que se han tomado el pasillo como si fuera su propia casa, todas las ventanas abiertas y la puerta de su habitación abierta también, para completar, los hijos corriendo por todo el pasillo. Creo que debería de comprarme unos tapones para los oídos.
Habrá que aguantarse, yo solo estoy de paso, más que otra cosa.
Vuelvo a la tarea, a seguir fregando platos.
A eso de poco de las 22:00 horas de la noche, los dos segundos de cocina se marchan, no sé a donde, tampoco me lo dicen. Yo sigo con lo mío que bastante tengo con terminar de limpiar los lavavajillas.
A las 22:15 no hay nadie en la cocina, excepto yo. Ni corto ni perezoso, hecho un par de fotos para demostrar que si me dicen algo luego, que si me he ido sin avisar, "yo estaba solo en la cocina y nadie más".
A las 22:30 horas en punto, ni un minuto más ni menos, me voy para mi habitación. Llevándome conmigo un bol de sobras, arroz blanco y calabacín. Esa es mi cena, como siga las cosas así, ya se pueden olvidar de mí, eso que decían que las comidas estaban incluidas, estoy dudando de ello.
Me he levantado y he mirado el reloj, ¡mierda, las 9:00 horas! Y yo todavía durmiendo, ¡Pepe, eso es lo que te pasa por no poner el despertador!
He bajado a desayunar, y como toca, a estas horas ya van escaseando de un poco de todo, así que "sin cortarme ni un pelo" (sin vergüenza ninguna), he cogido un montón de embutido y queso, y lo he metido en mi taperware, para tener algo en la despensa para mis cenas en solitario.
A almorzar al lado del mostrador de las ensaladas
He tenido tampoco gana de subir a la sala de trabajadores, que me he tomado el desayuno de pie en la cocina. En cuanto he terminado, lo he limpiado todo y he cogido varios bollos para poder hacer bocadillos para la noche.
He subido para la habitación, y la limpiadora estaba arreglando la cama, así que, ni corto ni perezoso, he entrado y he dejado las cosas del desayuno. La he pillado por sorpresa, ni se lo ha esperado que entrara alguien mientras que estuviera limpiando la habitación, creo que no lo he dado tiempo a decir nada.
Y le he hecho caso a lo que me dijo mi madre anoche, que fuera a hacerle una visita a los del banco, Sparkasse. He cogido todos los documentos que tenía de la cuenta del banco.
Porque tengo el siguiente problema, me han abierto la cuenta los del hotel, hace 1 mes y 2 días y estoy sin haber recibido la tarjeta para sacar dinero del cajero. Así que tampoco sé si me han dejado de pagar o no los del hotel.
Llego al banco y me toca mi turno y le cuento en inglés lo que me pasa. Se va para un mueble y saca la tarjeta. Supuestamente, la dirección estaba mal y por eso no había llegado al hotel. Le pido que me enseñe la dirección y es la misma que tengo yo en una tarjeta de visitas del hotel. ¡Así que flipo en colores!
Bueno, todavía no ha llegado lo mejor. Va a activar la tarjeta en el cajero, un par de veces, unas 10 veces, y no la coge, tarjeta incorrecta.
Pues nada, después de explicarme que la única manera de sacar pasta del cajero es con la tarjeta, le pregunto por cómo se pueden hacer transferencias a otras cuentas. Me saca una calculadora, en la que se mete la tarjeta y que cuesta 10 €. Después de todo un mes esperando a la tarjeta, ni hablar de gastarme más dinero en su banco, hasta allí podríamos llegar.
Además de que la banca online no la puedo activar porque no tengo la tarjeta en regla, ¡un follón!
Pues le he dicho, que por lo menos, me sacara 50 €, que como le he explicado, estoy sin dinero desde hace un mes, que estaba esperando la dichosa tarjeta y utilizando la visa y que me estén cobrando un % alto de intereses.
Me ha sacado un resumen de los movimientos de la cuenta bancaria y me he llevado un par de sorpresas: la primera, no aparecía por ningún lado ningún concepto de cuota de dinero pagado por el hotel. Y la segunda, las ayudas me han llegado, así que dispongo ya de un dinero considerable.
En cuanto he vuelto al hotel, me he pasado por el administrador, y le he comentado lo de la tarjeta y el banco. Además, le he enseñado el resumen de la cuenta del banco y le he preguntado que cuál era el concepto de la paga del mes.
Se ha dado cuenta de que le faltaban números al papel para la transferencia, ¡qué no me habían pagado, desde hace un mes!
Y dicen que los alemanes son serios a la hora de pagar, ¡ja, me río yo en la seriedad que tienen!
Así que ha abierto la caja de caudales y me ha pagado en efectivo. Me ha costado saliva y sudores recibir una paga de menos de 200 €.
Lo he recogido todo, he subido a la habitación y rápidamente he bajado a la cocina, a lavar platos. ¡Qué ilusión Pepe, lavar platos!
Turno de SP, lavar platos y ollas metálicas. Lo he limpiado en cerca de 3 horas. Pues cuando supuestamente, me faltaba algo de 10 minutos para terminar el turno, ha llegado el segundo de cocina con todas las ollas utilizadas, y me he tenido que poner a limpiarlas. Tienen ese pequeño detalle en todos los turnos de lavado de platos, ¿cuándo tendrán el detalle de dar los cacharros poco a poco?
Entre que me he hecho la comida o no, he terminado de salir de la cocina a las 15:50 horas, menos mal que son muy puntuales los alemanes y respetan todos los horarios, por lo menos para los transportes y comercios, porque para el resto de cosas, pues no.
Le tengo que echar más imaginación a los lomos.
(por cierto, se me ha ido la mano con el aceite, lomos aceitosos)
Terminado de comer, a la habitación a descansar por completo.
Pues no me han puesto al lado un matrimonio con niños, la niña "está dando toda la tarde la lata", corriendo por el pasillo de las habitaciones del hotel.
Cuando he salido para bajar al turno de la tarde, este matrimonio tan simpático, tenían todas las ventanas del pasillo abiertas, además de tener los zapatos en la repisa de las ventanas.
¡Puaj, que asco, que lo hagan en la ventana de la habitación!
Nueva tarde de fregar platos rápidamente, siempre y claro, sin romper ninguno.
Aunque ayer, al mismo empezar a fregar, rompí mi primer plato. Iba a poner las tazas, por cierto que son más fuertes de lo que parecen, dentro del fregadero y se me escapó una de ellas, que fue a parar a un plato que había dentro, se astilló en varios trocitos. Pero yo, con mucho disimulo, al ver que no había nadie en la cocina, lo recogí uno a uno, los trozos, y los dejé al lado de la basura.
¡Pepe, nadie es perfecto!
Justo cuando ya se iba T., el chef, y ya me estaba diciendo adiós, le he preguntado que si podía comer de las patatas con crema holandesa que quedaban en una fuente, por supuesto, me ha dado el si de adelante, coge todas las que te apetezcan. ¡Pepe, apúntate un punto a tu favor!
Cuecen las patatas al vapor, les quitan la piel
y las fríen con mantequilla y crema holandesa
(la tienen ya comparada en cartones)
Después de que Ti. limpiaran toda la cocina y yo que he terminado con mi tarea. He cogido mi plato de patatas, mi merecido premio, y me he largado a la habitación.
Hoy tengo que contar poco de este día tan precioso.
El sábado pasado, mire la tabla de turnos de trabajo, y me encontré con lo siguiente "SP" (spülmaschine), traducido: a lavar los platos. Pero no solo hoy ni mañana, sino también el miércoles.
Foto de mi desayuno del lunes
Tres días seguidos de limpiar todas las marranerías que dejan en los platos, no solo los comensales, sino también los cocineros, porque hay que ver como dejan los cazos llenos de asquerosidades pegadas, que no hay quien las quite.
Pero siempre hay que ver en lado positivo de las cosas. Tengo horario con pausa por el medio, para poder comer tranquilo y, a la vez, poder descansar en mi habitación. Además, no tengo que esperar, a ver lo que quiere que haga.
Pues pensaba que iba a estar todo el rato lavando platos solo, pues no, cuando han querido, me han puesto a hacer pitas de pan.
La señora I., me dijo esta mañana que, no hacía falta secar los platos después de sacarlos del lavavajillas, pues esta tarde me llega la camarera I. "¡qué hay unos cuencos que están un poco húmedos!, con unas exigencias de miedo. Pues yo, muy tonto de mi, pues pidiendo perdón, no sé, no tendría que haber dicho nada y haber seguido con lo mío, como hace aquí todo el mundo.
El chef T. se ha ido a su hora, a las 21:00 horas, mientras que Ti., el segundo de cocina, y yo hemos seguido con lo nuestro, él limpiando y fregando el suelo, mientras que yo seguía fregando platos.
A las 23:00 horas, se ha dado cuenta Ti. que ya tenía que estar media hora antes fuera de la cocina, me ha dicho, "¡anda corre, ya te puedes irte a tu habitación!"
Me parezco al cuento de "La Cenicienta", cuando lo tengo todo ya hecho, me puedo marchar a mi habitación.
Ahora no os voy a contar lo que hice el fin de semana, sino en otra ocasión. Estoy muy cansado del trabajo en la cocina, pero eso si, sigo adelante con el blog.
Me despierto y no sé ni que hora es, pero ya están están entrando por las cortinas los primeros rayos de sol, miro el reloj del móvil, las 8:25 horas, ¡Pepe, puedes dormir un poco más! (me digo a mi mismo).
Se oye ruido de fondo, las limpiadoras ya han empezado con la faena. ¿Pusiste Pepe el cartel de "por favor, no molestar"? Pues la verdad, ni me acuerdo, me levanto para comprobarlo; efectivamente, el cartel no está puesto, menos mal que se ha ocurrido mirar, vaya la cabeza la mía. Sino pobres limpiadoras, se habrían llevado una sorpresa o más bien un buen susto, aunque no creo que haya sido la primera vez que entran a las habitaciones con algún huésped dentro, después de haber llamado un par de veces a la puerta.
Me vuelvo a la cama, a dormir de nuevo.
Al rato, no puedo más, ni miro el reloj, pues hoy puedo perder todo el tiempo del mundo, es día libre y no me importa nada de nada. Toca disfrutar porque los 3 días siguientes son de trabajo continuo.
Ducha y bajar a desayunar.
Mientras estoy en la barra de desayunos, me cruzo con B, el camarero ruso y el señor S., el de mantenimiento. Este segundo me pregunta algo y me quedo sin saber lo que me ha dicho. Ante la cara de asombro, B. me lo traduce en inglés, "Pounds?" Pero, será,… Que conste que yo desayuno normal, lo suficiente para que cuando vaya a comer al mediodía, coma poco.
Pero es que el señor S. siempre está con su taza de café y parece que no toma nada más por las mañanas.
Antes de marcharme a la sala de los empleados a almorzar, me cruzo con V., la secretaria de director, que también se está preparando un suculento plato, para que luego me señalen a mí.
Termino de desayunar y me subo de nuevo a mi habitación. No tengo nada que hacer, así que me pongo hasta estudiar alemán.
Al rato, recibo un mensaje en el móvil de mis compañeros R. y A., que si me voy con ellos a su pueblo, Nordenau a pasar el día, no tienen que insistirme mucho, por mi no hay ningún problema. Cojo mi mochila con mi botella de agua bien fresca y salgo para la ventura, nunca mejor dicho. Porque de camino a Meschede, es como me entero de la combinación de transporte que tengo que tomar para llegar hasta allí.
Los vagones del tren no los modernizan nada
que estamos en el s.XXI
Primero desde Meschede hasta Gleidorf con el autobús S90 y luego coger un segundo autobús, el S40, hasta Nordenau. Muchas paradas me parecen a mi, así que mi cabeza, empieza a buscar caminos alternativos. ¡Bingo, ya se me ha ocurrido otra posible combinación! Apearme en Meschede y coger el siguiente tren, que es directo a Winterberg ("una ciudad" que está a 20 minutos de Nordenau, además, el bus S40 para justo en la estación de trenes).
Además, así podré ver un poco de Winterberg antes de encontrarme con mis compañeros, bien a pie o el recorrido que haga ese supuesto autobús S40.
Desafortunadamente, cuando queda tan solo un minuto para coger el tren que me llevará mi destino, recibo un mensaje de A., en el que me comunica que no pueden quedar conmigo, porque les han pedido urgentemente los del hotel que si pueden trabajar esta tarde-noche, más que nada como un favor.
¡Qué pena, Pepe! No pasa nada, sigo con mi "mini-aventura", me voy a ver cómo es Winterberg, a ver si merece la pena volver otro día para ver a mis compañeros.
Como no quería ir de vacío y veía que iba a tardar un rato en el trayecto, en el supermercado de ALDI, que está al lado del tren, me he abastecido con una ensalada y un paquete de galletas de chocolate, por si paso hambre. ¡Ja, ja, ja. Tu, Pepe, nunca pasas hambre! Ya te las arreglas tu para que no pase eso.
No puedo pasar ni un día sin ensalada. ¡Ja, ja, ja!
En menos de una hora, ya estaba en Winterberg. Como todas las ciudades o pueblos de la zona, con cuestas incluidas. Si no es que no me guste subir cuestas, es que, lo que no me gusta, es bajarlas, son muy inclinadas, demasiadas inclinadas y parece que te vas a caer rodando, como una pelota.
De camino a Winterberg
Al mismo pasar por la estación de tren, me encuentro con un montón de casas en la ladera. Intento esquivar las dichosas cuestas, y me echo entre el jardín trasero de dos casas, los vecinos del vecindario, se me quedan mirando, pero no me dicen nada, eso es que porque hay algún camino por aquí. Efectivamente, lo hay, pero como ya he dicho, con cuesta incluida, pero veo que al final este, hay unas escaleras, o sea, que se puede pasar.
Cuando voy por la mitad, eco que empiezan a flaquearme las fuerzas, hace muchísimo calor, un calor muy asqueroso. ¡Pepe, no se te ocurre otro sitio más fresco para ir a pasear! ¿no? Pues eso de que en Alemania hace una temperatura agradable es, completamente, una gran mentira, habladurías para atraer a los turistas del sur.
Terminada de subir la cuesta, toca re-orientarse, como un gps y ver dónde está el centro, no tienen pérdida, después del bullicio que oye de fondo, no muy lejos debe parar. Al mismo volver la primera manzana de casas, allí se encuentra, una plaza con un par de bares, nada de baratos, por la pinta que tienen y sin faltar, por supuesto, un restaurante italiano (no sé por qué les ha dado por esto, pero allí por donde bayas en Alemania, tienes uno de estos).
Y un montón de tiendas de ropa, que tenían carteles de rebajas, pero perdone usted, eso no son nada de rebajas, además, si tiene tan pocas cosas, no se puede donde elegir. Por supuesto, más cosas para las chicas que para chicos, para que luego que digan que tiene que haber igualdades para todo.
Winterberg es base de campeonatos del mundo de invierno.
Más bares y restaurantes, un poco caros, la verdad.
He pasado un poco de todo esto, de la zona turística y me he ido a mi bola, a callejear, por las calles de alrededor del centro.
Un jardín para tomar un respiro, está a dos bloques
del punto de información turístico.
No mucho que comentar, y como siempre, con su iglesia en las proximidades. En cierto momento, después de tantas vueltas, "he perdido el norte", no sé por donde me encuentro, y ¿ahora qué? Con la suerte que tengo, no sé por qué, me topo con el punto de información turística, se me ha abierto el cielo ante mis ojos, ¡ja, ja, ja!
Enseguida, me han indicado donde estaba la estación de trenes, estaba a un par de minutos, no iba encaminado, la verdad. ¡Pepe, estabas bien perdido! Bajando un par de cuestas, por supuesto, y listo. Atravesando, por supuesto, un parque, por el que solo se debería de volver a Winterberg, para disfrutar de este, un precioso lugar. Con una terraza con restaurante incluido, que estos alemanes están en todo.
Vuelta a "casa", al hotel.
Al mismo llegar a Winterberg, me he comprado el billete de vuelta. Así que en cuanto he visto donde estaba "la estación de trenes", (una vía de tren con unos bancos y el cajero rojo de los billetes), he dado una vuelta alrededor, vamos que en el calor que hacía, me he ido al supermercado de enfrente, a disfrutar del aire acondicionado, que a igual que yo, habían muchos otros alemanes y holandeses por allí también.
No veas, el calor que hacía hoy, creo que es mejor salir por las noches, como los gatos, aunque no sé si a estas horas hará más o menos fresco.
En cuanto me ha dejado el bus en Sundern, me he ido a dar una vuelta por "la ciudad". No eran ni siquiera un poco menos de las 18:00 horas, cuando las tiendas ya estaban cerrando, !vaya barbaridad!
Así que me he ido a tomarme un vino español en un bar que me encontré las primeras semanas de estar aquí. Se llama "La Vida".
Me he sentado en al terraza y me he pedido, un vino de cerca de mi tierra, "Tapas Wine Collection Tempranillo 2009 (Blackboard, Jumilla) Rotwein, trocken". Una copa me ha salido por 4,50 €. Porque una botella, no soy capaz de bebermela yo solo, además de que se subía a los 16 €.
Por lo menos, corre fresco de vez en cuando y se está medio bien, no hay mucho tráfico y la clientela no es ruidosa, la mayoría son personas de unos 40 o un poco más.
He visto barbaridades en los bares, de mezclar cosas, pero comerse cacahuetes con una buena copa de vino, es lamentable, aunque aquí tragan el alcohol, más que saborearlo.
Los coches pasan despacio por aquí, ven que hay gente en la terraza y creo que se preguntan que qué es esto, cuando a estas horas de la tarde, casi todo está cerrado por la zona.
Se acaban de marchar dos chicas, una de ellas se va en bicicleta, con el vino que se ha tomado, va a hacer un par de eses por el camino, ¡a zigzaguear un poco por las calles de Sundern!
Hace bastante calor, me parece que voy a tener que buscar unos pantalones cortos a mi medida y gusto, pero es que tienen un gusto de raro estos alemanes, que yo no me pondría "eso" ni por casualidad.
Veo la carta de bebidas y tienen cerveza "San Miguel", ¡por Dios, estoy en el cielo! ¡Aunque Pepe solo faltaría, que tuvieran cerveza "Estrella levante", para estar de maravilla! ¡Calla, que eso ya es demasiado pedir!
A mi que no soy muy de vinos, ¡mmm…! Pero solo me tomo uno y punto.
Y una tapa de "pan con alioli". Y atención con lo que me aparecen, una bandeja de pan cortado de distintas variedades y un un plato pequeño con lo que parece alioli. Vamos a ver, ¿qué es lo que consideran pan con alioli? ¡Choft! El sabor no es ni siquiera comparable, hasta en los MacDonal's de España lo hacen mucho mejor.
Las cosas como las hacen en casa, España, como ningunas, la imitación no es buena, "no les llega ni a las suela de los zapatos". Se les ha olvidado el ajo, ¿dónde está?
Ahora comprendo, porqué los de aquí, los alemanes, se vuelven locos cuando van de visita a España y quieren repetir, sin pensarlo.
De repente, pasa un ciclista y se une a la fiesta, no veas como bebe los tercios de cerveza "San Miguel", hasta el fondo y casi, sin respirar.
Y no puedo olvidar, el cartel que hay a la misma entrada del bar, un cartel electrónico publicitario de vacaciones, zonas playeras, Madeira, Marruecos, Normandia,… Y sin olvidarnos, por supuesto, de Mallorca.
Se va el ciclista, que no le pare la "polizei" que sino se va a enterar, va suave, no consigue poner los pies a la primera en los pedales de la bicicleta.
Las señoras alemanas están bastante contentas, se están riendo a carcajada limpia. Las copas de vino van cayendo una detrás de otra.
Ya se está haciendo tarde, cerca de las 20:30 horas, además de que el bar no tardará en cerrar también, hasta las 22:00 su hora límite.
En cuanto llego al hotel, ceno algo, el resto de un yoghurt grande que me quedaba.
No ha ido del todo mal este viernes libre, ya que fuesen así todos los días libres.