Miércoles
Hoy no me he quedado durmiendo, sino que me he despertado antes que sonara la alarma del móvil e incluso, se me ha olvidado desconectarla.
Me he vestido y he bajado a desayunar. Tampoco es que tuviera mucha hambre, pero he hecho el esfuerzo por comer, pues nunca se sabe lo que pueda llegar a pasar, me he hecho un bocadillo y me he salido a tomármelo a la plaza del ayuntamiento, a tomar el aire.
Seguidamente, me he ido otra vez al banco, Sparkasse, para ver si hay alguna solución a la tarjeta.
De nuevo, tras mucho intentos, no ha funcionado.
Me han pasado con un "jefecito" para que me lo explicase en inglés. Pues si se ve que no funciona, no hay mucho que explicar. Me ha pedido una nueva tarjeta, parece ser que es la primera vez que les pasa un caso como este, "le pasa al más guapo" (comentario de mi padre cuando se lo he contado). Así que ahora solo puedo sacar dinero enseñando la tarjeta en el banco.
Por cierto, hay que decirlo, muy buena atención al público. Pero que le vamos a hacer, sacaré dinero solo por las mañanas o cuando el banco este abierto.
Salir del banco y darme una vuelta por "el centro", por al lado de la iglesia. He visto, por casualidad, una peluquería de caballeros, ¡pues no sería mala idea!
Lo dejo como proyecto de futuro.
Me ha venido el recuerdo una lámpara de aceite
que tiene mi padre, pero ésta por el contrario,
funciona con pilas y con una bombilla.
Ahora es hora de volver al hotel y cambiarse para volver a la cocina a, igual que ayer, fregar platos.
En cuanto entro por la cocina, veo que el mostrador está lleno de todo tipo de platos del desayuno, entre ellos, estará el mío.
Delantal y guantes y a empezar a frotar y meter platos al lavavajillas.
A las 15:45 he cortado y a las 16:00 ya tenía preparada mi comida y" estaba con las manos en masa", ya estaba comiendo. He aprovechado un poco de todo lo que había por el mostrador, mientras que los chefs no estaban por la cocina: un poco de calabaza y un poco de salsa de tomate, y por lo menos, los lomos tienen otro sabor.
El bol de lomos ya tiene otra pinta distinta.
Ya no me los he tomado solos.
Me subo para la habitación, y para sorpresa mía, hay unos huéspedes que se han tomado el pasillo como si fuera su propia casa, todas las ventanas abiertas y la puerta de su habitación abierta también, para completar, los hijos corriendo por todo el pasillo. Creo que debería de comprarme unos tapones para los oídos.
Habrá que aguantarse, yo solo estoy de paso, más que otra cosa.
Vuelvo a la tarea, a seguir fregando platos.
A eso de poco de las 22:00 horas de la noche, los dos segundos de cocina se marchan, no sé a donde, tampoco me lo dicen. Yo sigo con lo mío que bastante tengo con terminar de limpiar los lavavajillas.
A las 22:15 no hay nadie en la cocina, excepto yo. Ni corto ni perezoso, hecho un par de fotos para demostrar que si me dicen algo luego, que si me he ido sin avisar, "yo estaba solo en la cocina y nadie más".
A las 22:30 horas en punto, ni un minuto más ni menos, me voy para mi habitación. Llevándome conmigo un bol de sobras, arroz blanco y calabacín. Esa es mi cena, como siga las cosas así, ya se pueden olvidar de mí, eso que decían que las comidas estaban incluidas, estoy dudando de ello.
Calabacín del que he comido esta mañana y
un poco de arroz blanco que sobraba
22:30 horas, momento de terminar la cocina
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