Viernes, día de descanso.
Me despierto y no sé ni que hora es, pero ya están están entrando por las cortinas los primeros rayos de sol, miro el reloj del móvil, las 8:25 horas, ¡Pepe, puedes dormir un poco más! (me digo a mi mismo).
Se oye ruido de fondo, las limpiadoras ya han empezado con la faena. ¿Pusiste Pepe el cartel de "por favor, no molestar"? Pues la verdad, ni me acuerdo, me levanto para comprobarlo; efectivamente, el cartel no está puesto, menos mal que se ha ocurrido mirar, vaya la cabeza la mía. Sino pobres limpiadoras, se habrían llevado una sorpresa o más bien un buen susto, aunque no creo que haya sido la primera vez que entran a las habitaciones con algún huésped dentro, después de haber llamado un par de veces a la puerta.
Me vuelvo a la cama, a dormir de nuevo.
Al rato, no puedo más, ni miro el reloj, pues hoy puedo perder todo el tiempo del mundo, es día libre y no me importa nada de nada. Toca disfrutar porque los 3 días siguientes son de trabajo continuo.
Ducha y bajar a desayunar.
Mientras estoy en la barra de desayunos, me cruzo con B, el camarero ruso y el señor S., el de mantenimiento. Este segundo me pregunta algo y me quedo sin saber lo que me ha dicho. Ante la cara de asombro, B. me lo traduce en inglés, "Pounds?" Pero, será,… Que conste que yo desayuno normal, lo suficiente para que cuando vaya a comer al mediodía, coma poco.
Pero es que el señor S. siempre está con su taza de café y parece que no toma nada más por las mañanas.
Antes de marcharme a la sala de los empleados a almorzar, me cruzo con V., la secretaria de director, que también se está preparando un suculento plato, para que luego me señalen a mí.
Termino de desayunar y me subo de nuevo a mi habitación. No tengo nada que hacer, así que me pongo hasta estudiar alemán.
Al rato, recibo un mensaje en el móvil de mis compañeros R. y A., que si me voy con ellos a su pueblo, Nordenau a pasar el día, no tienen que insistirme mucho, por mi no hay ningún problema. Cojo mi mochila con mi botella de agua bien fresca y salgo para la ventura, nunca mejor dicho. Porque de camino a Meschede, es como me entero de la combinación de transporte que tengo que tomar para llegar hasta allí.
Los vagones del tren no los modernizan nada
que estamos en el s.XXI
Primero desde Meschede hasta Gleidorf con el autobús S90 y luego coger un segundo autobús, el S40, hasta Nordenau. Muchas paradas me parecen a mi, así que mi cabeza, empieza a buscar caminos alternativos. ¡Bingo, ya se me ha ocurrido otra posible combinación! Apearme en Meschede y coger el siguiente tren, que es directo a Winterberg ("una ciudad" que está a 20 minutos de Nordenau, además, el bus S40 para justo en la estación de trenes).
Además, así podré ver un poco de Winterberg antes de encontrarme con mis compañeros, bien a pie o el recorrido que haga ese supuesto autobús S40.
Desafortunadamente, cuando queda tan solo un minuto para coger el tren que me llevará mi destino, recibo un mensaje de A., en el que me comunica que no pueden quedar conmigo, porque les han pedido urgentemente los del hotel que si pueden trabajar esta tarde-noche, más que nada como un favor.
¡Qué pena, Pepe! No pasa nada, sigo con mi "mini-aventura", me voy a ver cómo es Winterberg, a ver si merece la pena volver otro día para ver a mis compañeros.
Como no quería ir de vacío y veía que iba a tardar un rato en el trayecto, en el supermercado de ALDI, que está al lado del tren, me he abastecido con una ensalada y un paquete de galletas de chocolate, por si paso hambre. ¡Ja, ja, ja. Tu, Pepe, nunca pasas hambre! Ya te las arreglas tu para que no pase eso.
No puedo pasar ni un día sin ensalada. ¡Ja, ja, ja!
En menos de una hora, ya estaba en Winterberg. Como todas las ciudades o pueblos de la zona, con cuestas incluidas. Si no es que no me guste subir cuestas, es que, lo que no me gusta, es bajarlas, son muy inclinadas, demasiadas inclinadas y parece que te vas a caer rodando, como una pelota.
De camino a Winterberg
Al mismo pasar por la estación de tren, me encuentro con un montón de casas en la ladera. Intento esquivar las dichosas cuestas, y me echo entre el jardín trasero de dos casas, los vecinos del vecindario, se me quedan mirando, pero no me dicen nada, eso es que porque hay algún camino por aquí. Efectivamente, lo hay, pero como ya he dicho, con cuesta incluida, pero veo que al final este, hay unas escaleras, o sea, que se puede pasar.
Cuando voy por la mitad, eco que empiezan a flaquearme las fuerzas, hace muchísimo calor, un calor muy asqueroso. ¡Pepe, no se te ocurre otro sitio más fresco para ir a pasear! ¿no? Pues eso de que en Alemania hace una temperatura agradable es, completamente, una gran mentira, habladurías para atraer a los turistas del sur.
Terminada de subir la cuesta, toca re-orientarse, como un gps y ver dónde está el centro, no tienen pérdida, después del bullicio que oye de fondo, no muy lejos debe parar. Al mismo volver la primera manzana de casas, allí se encuentra, una plaza con un par de bares, nada de baratos, por la pinta que tienen y sin faltar, por supuesto, un restaurante italiano (no sé por qué les ha dado por esto, pero allí por donde bayas en Alemania, tienes uno de estos).
Y un montón de tiendas de ropa, que tenían carteles de rebajas, pero perdone usted, eso no son nada de rebajas, además, si tiene tan pocas cosas, no se puede donde elegir. Por supuesto, más cosas para las chicas que para chicos, para que luego que digan que tiene que haber igualdades para todo.
Winterberg es base de campeonatos del mundo de invierno.
Más bares y restaurantes, un poco caros, la verdad.
He pasado un poco de todo esto, de la zona turística y me he ido a mi bola, a callejear, por las calles de alrededor del centro.
Un jardín para tomar un respiro, está a dos bloques
del punto de información turístico.
No mucho que comentar, y como siempre, con su iglesia en las proximidades. En cierto momento, después de tantas vueltas, "he perdido el norte", no sé por donde me encuentro, y ¿ahora qué? Con la suerte que tengo, no sé por qué, me topo con el punto de información turística, se me ha abierto el cielo ante mis ojos, ¡ja, ja, ja!
Enseguida, me han indicado donde estaba la estación de trenes, estaba a un par de minutos, no iba encaminado, la verdad. ¡Pepe, estabas bien perdido! Bajando un par de cuestas, por supuesto, y listo. Atravesando, por supuesto, un parque, por el que solo se debería de volver a Winterberg, para disfrutar de este, un precioso lugar. Con una terraza con restaurante incluido, que estos alemanes están en todo.
Vuelta a "casa", al hotel.
Al mismo llegar a Winterberg, me he comprado el billete de vuelta. Así que en cuanto he visto donde estaba "la estación de trenes", (una vía de tren con unos bancos y el cajero rojo de los billetes), he dado una vuelta alrededor, vamos que en el calor que hacía, me he ido al supermercado de enfrente, a disfrutar del aire acondicionado, que a igual que yo, habían muchos otros alemanes y holandeses por allí también.
No veas, el calor que hacía hoy, creo que es mejor salir por las noches, como los gatos, aunque no sé si a estas horas hará más o menos fresco.
En cuanto me ha dejado el bus en Sundern, me he ido a dar una vuelta por "la ciudad". No eran ni siquiera un poco menos de las 18:00 horas, cuando las tiendas ya estaban cerrando, !vaya barbaridad!
Así que me he ido a tomarme un vino español en un bar que me encontré las primeras semanas de estar aquí. Se llama "La Vida".
Me he sentado en al terraza y me he pedido, un vino de cerca de mi tierra, "Tapas Wine Collection Tempranillo 2009 (Blackboard, Jumilla) Rotwein, trocken". Una copa me ha salido por 4,50 €. Porque una botella, no soy capaz de bebermela yo solo, además de que se subía a los 16 €.
Por lo menos, corre fresco de vez en cuando y se está medio bien, no hay mucho tráfico y la clientela no es ruidosa, la mayoría son personas de unos 40 o un poco más.
He visto barbaridades en los bares, de mezclar cosas, pero comerse cacahuetes con una buena copa de vino, es lamentable, aunque aquí tragan el alcohol, más que saborearlo.
Los coches pasan despacio por aquí, ven que hay gente en la terraza y creo que se preguntan que qué es esto, cuando a estas horas de la tarde, casi todo está cerrado por la zona.
Se acaban de marchar dos chicas, una de ellas se va en bicicleta, con el vino que se ha tomado, va a hacer un par de eses por el camino, ¡a zigzaguear un poco por las calles de Sundern!
Hace bastante calor, me parece que voy a tener que buscar unos pantalones cortos a mi medida y gusto, pero es que tienen un gusto de raro estos alemanes, que yo no me pondría "eso" ni por casualidad.
Veo la carta de bebidas y tienen cerveza "San Miguel", ¡por Dios, estoy en el cielo! ¡Aunque Pepe solo faltaría, que tuvieran cerveza "Estrella levante", para estar de maravilla! ¡Calla, que eso ya es demasiado pedir!
A mi que no soy muy de vinos, ¡mmm…! Pero solo me tomo uno y punto.
Y una tapa de "pan con alioli". Y atención con lo que me aparecen, una bandeja de pan cortado de distintas variedades y un un plato pequeño con lo que parece alioli. Vamos a ver, ¿qué es lo que consideran pan con alioli? ¡Choft! El sabor no es ni siquiera comparable, hasta en los MacDonal's de España lo hacen mucho mejor.
Las cosas como las hacen en casa, España, como ningunas, la imitación no es buena, "no les llega ni a las suela de los zapatos". Se les ha olvidado el ajo, ¿dónde está?
Ahora comprendo, porqué los de aquí, los alemanes, se vuelven locos cuando van de visita a España y quieren repetir, sin pensarlo.
De repente, pasa un ciclista y se une a la fiesta, no veas como bebe los tercios de cerveza "San Miguel", hasta el fondo y casi, sin respirar.
Y no puedo olvidar, el cartel que hay a la misma entrada del bar, un cartel electrónico publicitario de vacaciones, zonas playeras, Madeira, Marruecos, Normandia,… Y sin olvidarnos, por supuesto, de Mallorca.
Se va el ciclista, que no le pare la "polizei" que sino se va a enterar, va suave, no consigue poner los pies a la primera en los pedales de la bicicleta.
Las señoras alemanas están bastante contentas, se están riendo a carcajada limpia. Las copas de vino van cayendo una detrás de otra.
Ya se está haciendo tarde, cerca de las 20:30 horas, además de que el bar no tardará en cerrar también, hasta las 22:00 su hora límite.
En cuanto llego al hotel, ceno algo, el resto de un yoghurt grande que me quedaba.
No ha ido del todo mal este viernes libre, ya que fuesen así todos los días libres.
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