lunes, 30 de junio de 2014

Día 23. Domingo tranquilo, demasiado tranquilo.

Domingo por la mañana, completamente libre.

Y ahora, ¿qué hago yo? Pues nada, descansar y más descansar.

Lo primero de todo, es desayunar, porque parece ser que dicen por allí que el desayuno es la comida más importante del día, eso es bastante cierto, sobretodo para mí, que hay ocasiones que se trabaja demasiado en cocina.


Los desayunos, son todos iguales para mí, independientemente del día en el que me encuentre o bien de si tenga que trabajar o no. Tal vez, debería añadirle un aliciente de diferencia para hacer especial aquellos días en los que son fin de semana o libres.

La mañana transcurre ordenando cosas y limpiando un poco todo, sobretodo la ropa, que tengo varias camisetas sucias y casi ya no me queda ropa.

Me entretengo la mañana estudiando un poco de alemán, porque no solo hay que aprender a cocinar, sino que también el idioma.

Esta mañana no la puedo comparar con la de ayer. Ayer estaba en otra ciudad, hoy sigo en la misma zona, un pueblo, Sundern, perdido de la mano de Dios.

Así que aunque salgas un domingo por la mañana o bien por la tarde por esta zona, con toda probabilidad, no encontrarás nada de nada como a nadie. Bien están en sus casas, les gusta mucho la vida familiar, o bien en las afueras, disfrutando del día.

Pero hoy, está lloviendo, así que no me imagino a toda una familia alemana con sus respectivos chubasqueros paseando por el monte. ¡Imposible!

Llegan las 2 del mediodía, así que me dispongo a bajar a las cocinas a prepararme algo para mí. Cojo como siempre el ascensor y mientras bajo, me doy cuenta, que han cambiado el cartel de la comida, pone que solo habrá comida para los huéspedes hasta las 2. A primera vista, me parece un poco extraño.

Cuando, por fin, llegó a la cocina, no hay nadie por allí, tan solo los fuegos encendidos dan aspecto de presencia. Me dispongo a echar mano de las ensaladas, pero para mi sorpresa está completamente vacío. Pues, tengo que cambiar de idea, así que empiezo a asarme unas salchichas. Cuando todavía no están hechas del todo, aparece D., una de las pinches de cocina, y me comenta de qué estoy haciendo si hay buffet fuera, para el personal también. Mira qué bien que me avisan.

Termino de asar las salchichas y las acompaño de todo aquello que me he echado en otro plato. 
¡Por fin, hoy voy a comer caliente! 



Ya que aquí esto es todo un logro, pues cuando tengo que comer, no quieren saber nada de mí. Algunas veces parece que no existo o bien les molesto, que es peor todavía.

Termino de comer y dejo mi plato en la cocina. Cuando bajo, ya lo tienen todo recogido y han acumulado toda la comida en una gran olla. 

¡Lástima de comida que tiran! Pero bueno, no tengo ganas en entrar a opinar sobre ello.

Me retiro a mi habitación y sigo con lo mío. Viendo cosas por internet sobre este idioma tan bonito como es el alemán.


Cuando ya se me está abriendo la boca de sueño y casi dando cabezadas de sueño, llama mi mamá desde el skype. Parece que no, pero les echo de menos. Tan solo un poco minutos dura la conversación, lo que me sabe a poco. Mi madre se excusa de que no tiene nada que contarme y que ya va a cortar la llamada, parece que no, pero escuchar voces familiares ayudan a llevar esto de otra forma mejor. Pero aún así cuesta un poco.

domingo, 29 de junio de 2014

Día 22. Día en Dortmund.

En cuanto sale el sol, ya empieza a entrar por la ventana de mi habitación del hotel. Aunque he corrido las cortinas, me parece a mí, que no sirven para mucho, las 7:30 de la mañana y ya estoy despierto. Al rato, no sé a que hora, empiezan a sonar las campanas de la iglesia más cercana, y no veas como suenan, parece que las tengo encima.

Ya no puedo más, y a eso de las 9, empiezo a rehacer la mochila, tampoco hay mucho que meter, pero solo me digo que, no se me olvide nada.


Vistas desde la habitación, esa es la iglesia que
estaba dando la lata.


La habitación, como ha amanecido

En cuanto P. se levanta, me da un toque en la puerta y nos vamos a desayunar en una cafetería de al lado de la estación, porque como los alemanes desayunan tan temprano, se nos ha pasado la hora de desayunar en el hotel. Tampoco pasa nada, es mucho mejor estar en la terraza de la cafetería viendo a la gente ir y venir.


Café con leche y una muffin


Una vez terminado el suculento desayuno, nos vamos a ver la ciudad. Iglesias, centro de la ciudad, tiendas, músicos callejeros e incluso pianos repartidos por toda la ciudad, en los que te puedes sentar y tocar tu mismo, "Spielen Mich".


Después de dar un montón de vueltas, decidimos que ya es hora de ir a la oficina de turismo, para ver si nos queda algo por ver o bien hay algo más interesante, tendríamos que haber empezado por allí, pero bueno.

Hay muchas cosas por ver en Dortmund, pero solo vamos a estar un par de horas más, así que nos vamos a visitar el edificio del metro, el "Dortmunder U", pero para nuestra sorpresa, está cerrado porque esta noche hay un evento, lástima que no lo hubiéramos sabido antes, si eso nos habríamos quedado a verlo. ¡Lástima!, me lo apunto en la lista de cosas que hacer para la próxima vez.

Callejeamos por una zona exterior al centro, estamos hambrientos y buscamos un sitio tranquilo para comer y ¡chas! encontramos un italiano que pone "Bier Garten" (patio para tomar cerveza) o lo que es lo mismo un patio dentro del bar.

En cuanto entramos, lo primero que me llega a la memoria son la mayoría de restaurantes de Nueva York, que tienen su patio en el interior (¡Ay, qué recuerdos tan agradables de ese viaje!).

Pues nos encontramos en un patio, tomando unas cervezas y con una pizza más grande que nosotros para comer. Además de que estas en una gran ciudad y no se oye nada de nada, tranquilidad total y para ello no hace falta irse a los hoteles, nuestros lugares de trabajo, para desconectar.

Va llegando la hora de volver, pero sino antes de tomarnos un último café en la misma cafetería de esta mañana.

Nada más terminar, cogemos nuestras mochilas y al andén a esperar a que salga el tren. Nosotros, como somos tan despistados, se nos olvida de ticar el billete, así que, de nuevo escaleras para abajo, que la máquina amarilla esta justo al lado de las escaleras. "Si es un lobo, nos come". No la hemos visto.

La vuelta se hace impensablemente rápida, a pesar de que si fuera por nosotros, nos quedaríamos otro días más de turismo por allí, pero ya no nos queda más dinero para gastar y además, P. tiene que trabajar el domingo.

Me bajo en Arnsberg (West), pero sino antes de despedirme de P. "Qué pases un buen domingo, aunque sea trabajando".

Salgo disparado, porque en el papel que me han dado en la estación de Dortmund pone que hay un bus a las 17:10. Pues parece que se ha adelantado y por allí no aparece ningún autobús. Pues nada, me ha tocado esperar, ni más ni menos que 3 horas más, hasta que ha aparecido el último autobús.

Con el movimiento del autobús casi me quedo durmiendo, he ido dando cabezadas todo el rato. Pero en cuanto he subido a mi habitación me he despertado por completo.


He desempaquetado toda la mochila y me he acostado.

Día 21. Turismo inesperado, noche en Dortmund.

Viernes, día de clase de alemán.

No sé, pero me da que hoy va a ser un día un poco largo, no sé por qué.

Me levanto y ducha rápida, son casi las 7:15, parece que hoy se me han pegado un poco las sábanas, me da la impresión que voy a llegar tarde.

Bajo a la cocina y en el comedor ya hay alemanes/as que están terminando de desayunar, ¿dónde irán tan temprano?¿es que no duermen?

Cojo todo lo que me puedo comer en ese momento, a continuación, voy corriendo cortando los bollos, para prepararme el almuerzo para los descansos de clase de alemán. Me tendré que comprar algún tupperware para llevarme algo caliente, aunque por las mañanas, lo más caliente que hay es salchicha asada con cebolla, nada bueno para guardar la línea.

Salgo corriendo, no literalmente, pero si a paso rápido, no es cuestión de quedarme sin bus.

Esta mañana me he llevado la mochila grande porque estoy pensando en irme con mis compañeros de clase para su pueblo a pasar el viernes noche y el sábado, aunque veremos a ver cómo se plantea el panorama.

Ufff… Llego bien a la parada de autobús, aunque tampoco tengo que esperar mucho, enseguida aparece el bus S21. No hay mucha gente, pero los pocos que hay, van al mismo sitio intermediario que yo, Arnsberg, concretamente, la estación de tren.

Como siempre, el autobús llega demasiado justo… Salgo pitando, como el resto de pasajeros, y bajo las escaleras y paso por el túnel para llegar al andén número 2.

Al principio, el viaje en tren se hacía ameno, ahora ya no es tanto, me parece una monotonía, pero bueno el viaje dura un par de minutos y con las paradas que hace, parece que ves a alguien distinto cada día.

Hoy ha llegado el tren bien de tiempo, a eso de 8:45. En cuanto he llegado a la zona peatonal, he visto que hoy viernes había mercado, así que como iba bien de tiempo, no lo he dudado mucho y he ido a echar un vistazo. Me he comprado unos cuantos albaricoques, solo para acompañar los bocadillos con algo de fruta y así estar comiendo algo más saludable. Por cierto, he tenido que esperar un rato a que me atendieran porque la señora de delante de mí llevaba una lista muy larga de cosas que tenía que comprar, hay que ver lo previsores que son estas personas.

He llegado bien a clase, aunque ya me estaban echando en falta, hay que ver cómo se preocupan por mí, pues cuando estaba subiendo las escaleras, mi compañera L. me estaba llamando al móvil, por supuesto, no se lo he pensado coger porque estaba a 10 segundos de entrar a clase.

La clase de alemán de hoy, se me ha hecho eterna. Ya no sabía ya qué hacer, tan solo esperaba que la aguja del reloj corriera más rápido de lo normal, pero creo que ha sido imposible.

Por fin las 15:45, hora de irnos de clase.


Rincón de la organización en la que desayunamos


La otra parte del aparcamiento.

Como hoy he comido tanta fruta, no he comido nada al mediodía, en su lugar, me he esperado hasta las 5 de la tarde, en la que nos hemos ido a tomar cerveza. Algunos nos llamarán borrachines, pero es que es el único momento en el que casi todos estamos juntos y podemos recordarnos que seguimos sabiendo hablar español. Con tanto alemán, y casi nunca poder dirigirnos en español a nadie, parece que se nos va a olvidar. ¡Qué exagerado Pepe, no creo que llegue la cosa para tanto!

Ya llega la hora de partir de mis compañeros de clase R. y A., uno de ellos me comenta que si me quiero ir con ellos a su pueblo, primero tengo que comprar algo en Meschede porque allí donde están ellos no hay supermercados y en cuanto al hotel en el que están, tendría que ser como otro huésped más y pagarme las comidas, la idea, definitivamente no me gusta nada de nada. Así que les digo que no me voy con ellos, que tal vez mañana vaya para allá.

Así que me voy con mi compañera de clase P. hasta la estación de tren, ella por el contrario, no vuelve a su hotel esta noche, sino que se va de turismo a Dortmund, a pasar la noche y la mañana del sábado.

Le planteo de irme con ella a Dortmund, aunque si lo pienso, lo mismo no hay habitación para mí en el hotel en el que va ella, aún así, no lo pienso ni dos veces, y en lugar de pulsar "la S", para buscar Sundern, pulso "la D", para buscar Dortmund. P. no cabe en si de alegría de que me voy con ella de fiesta a Dortmund, ¡por fin, una ciudad alemana!

P. no se lo cree hasta que consigo que el cajero coja mi dinero, pues al principio, solo hace devolvérmelo de nuevo. Ya tengo el billete comprado.

!Je, je, je, Pepe, nos vamos de fiesta a Dortmund!, dice P., al mismo ver el billete. No se esperaba que fuera de fiesta con ella. Para que vea que me apunto a todo.

Enseguida, llega el tren, pues ni más ni menos que es la línea que cojo yo todos los días para ir y volver, tan solo tenemos que seguir hasta el final, ¡última parada Dortmund Hbf!

Allí esta Dortmund, la gran ciudad que esperábamos para "cambiar de aires" y desconectar de tanta naturaleza en el medio de la nada.

Al mismo bajar, la primera foto que hacemos es al letrero de la estación, junto al andén, para verificar que ¡sí, ya estamos en una ciudad alemana! ¡Dortmund nos espera con los brazos abiertos!



Dortmund, estación central.


Esto si que es una estación de tren.


Los alrededores de la estación.


Al mismo cruzar la avenida,
nos encontramos con esto.

Seguidamente, lo que hacemos es localizar el hotel de P., pues aunque sabe en qué calle se encuentra, tampoco sabemos si habrán habitaciones libres.
En cuanto llegamos, tras andar un poco despistados, le preguntamos al recepcionista, y efectivamente, tienen habitaciones libres. Empiezan a salir las cosas bien.

Dejamos las mochilas y a buscar algún sitio para poder cenar, aunque estamos cerca del centro, los sitios que hay son bastante caros, eso es lo que parece. Así que intentamos alejarnos todo lo posible. 

Preguntando y callejeando, nos encontramos con un italiano con terraza, "Nonna Concetta" en Humboldtstraße. Está lleno de gente y por casualidad, queda una mesa libre. Otro punto a favor nuestro. Además pidiendo cervezas y disfrutando de una comida caliente, pizza y unos macarrones, por cierto muy buenos, terminamos cerrando el local y casi con la camarera echándonos, no literalmente, sino que se puso a recoger todas las sillas y las mesas.

No lo he comentado antes, pero mientras que estamos cenando, empieza a llover una barbaridad, pero los ciudadanos de Dortmund ni se inmutan, van andando por la calle, sin paraguas e incluso sin chaqueta, parece que están hechos de otra pasta y que, el agua, no les molesta. Natural, en Alemania llueve tanto, como días soleados que hay en Murcia.

Decidimos que ya es hora de dejar el restaurante, que por cierto, la cuenta nos impresiona, porque creíamos que nos iba a costar más de lo normal. Y nos dirigimos al hotel porque P. quiere ir a buscar un barrio alternativo que ha visto en internet, que se encuentra por la zona de Unionstraße.

Para eso, lo consultamos en un plano, que lo cogemos de recepción del hotel, a primera vista, no se sabe muy bien cómo llegar porque las líneas del metro y tranvía se superponen con lo que se consideraría que son las calles. 

Aún así lo intentamos, vamos a la aventura, no tenemos nada que perder, pero sin éxito ninguno, no conseguimos llegar hasta este barrio. Así que nos volvemos hasta la zona del hotel, que al parecer, van abriendo locales nocturnos, hay un par de discotecas con entrada, pero no estamos por la labor, además no vamos tan arreglados para la ocasión.

Seguimos caminando, cuando ya pensábamos que no íbamos a encontrar nada, nos topamos con la calle: Brückstraße, donde se encuentra un local que tiene buen ambiente, "Chill'r", no nos lo pensamos ni dos veces, para dentro, a tomar cerveza. 

Para decir la verdad, no sé cuantas nos tomamos. Solo me acuerdo del chupito que nos tomamos al final, por cuenta del camarero del local, a decir verdad, picaba un poco, creo que se le fue la mano con la salsa de tabasco.

La noche no la damos por finalizada todavía porque después de tanta cerveza, el hambre vuelve a llamar en el estómago, así que al mismo salir, nos dirigimos a la pizzería de enfrente que, a pesar de las horas de la madrugada que son, aún está abierta y a rebosar de gente. Aunque nos parece una marranada las pizzas que están preparando, cuando llegamos al hotel, es todo un manjar.

Nos vamos ya a la cama, ya hemos tenido bastante fiesta por hoy. Mañana mucho más, a visitar la ciudad.

PD: Hay muchas otras fotos, pero no las tengo en mi móvil.


Día 20. Excursión en Meschede

Jueves, día de medio descanso, me refiero que hoy no me toca quedarme en el hotel, sino día de clase.

Así que, aunque parezca mentira, me tengo que levantarme más de lo temprano, aunque se hace por una buena causa, aprender alemán. Ni más ni menos que a las 7.
Ducha rápida y bajar a desayunar, que para mi sorpresa, ya hay gente en el comedor e incluso a punto de terminar, ¡cómo madrugan tanto!

Una taza de café que sabe a rayos, además de arder demasiado… Lo tengo que tirar por el fregador. No sé de donde sacan este tipo de café. Dos croissants y listo. Tengo que estar pronto listo para marchar, a continuación, me preparo dos bocadillos para comer más adelante entre los descansos de las clases, uno de mortadela y otro de jamón de york, liarlos en papel de plata.

En cuanto salga a la calle, no hace mucho frío, aunque siempre me llevo la chaqueta, por si refrescara durante el resto del día.

En la parada  hay otras personas, parece que no soy el único que abandona Sundern por la mañana. Como todas las mañanas, el tráfico es incesante, no paran de pasar coches, ¡No sé de donde salen!

El autobús se retrasa un par de minutos, solo espero que llegue bien a la estación de tren de Arnsberg, para coger el tren a mi hora. A lo largo del trayecto, como me temo, hace un par de paradas, bien para recoger o dejar a personas. No lo sé, pero por pura fortuna, el autobús llega con 3 minutos antes de su hora. Así que como un rayo, salgo disparado, para cruzar el andén por debajo de las vías, dándome tiempo a coger el tren regional. ¡Pepe, toda una hazaña!

Cuando el tren pasa las dos ciudades que hace paradas, llega por fin a Meschede, donde todavía me queda unos 15 minutos de caminata, no será por andar.

Hoy, me ha pasado algo curioso, durante el trayecto del tren. En cuanto me he sentado en un asiento, un caballero con libreta y un lector de tickets, se ha acercado hacía mi. En un primer momento, he pensado que era el revisor. Me ha tomado nota del número del billete y tras esto, me ha empezado a hacer un montón de preguntas. No sé para que quería saber tantos datos, que por qué iba a Meschede, con que frecuencia,…

Para mi sorpresa, después de casi llegar sin aliento a la escuela, de las clases de alemán, me encuentro que todavía, no todo el mundo ha llegado a clase, tan solo mi compañera L., que al igual que yo, no sabe donde se encuentran los demás.
Aunque nos lo podemos imaginar, una de dos, se les ha escapado el autobús o bien se están entreteniendo con algo.

Al rato aparecen.

Pero no me salen las cuentas, ¿dónde se suponen que están mi compañera A. y mi compañero S.?

Les pregunto al resto de mis compañeros, los cuales me comunican que, parece ser, han abandonado el programa porque no estaban de acuerdo con las empresas que les habían tocado y por el horario que tenían que trabajar.

Pues con esta noticia, ya somos menos en clase, vamos quedando muchos menos. Dos bajas en las dos primeras semanas. 

¿Cuántos quedaremos cuando queden menos semanas?

La clase transcurre con normalidad, y mis compañeros se arrancan a hablar un poco de alemán, a mi, la verdad, me cuesta un poco el alemán. ¡Pepe, tienes que estudiar!

A la segunda hora, se nos propone una gincana, para que vayamos por la calles de Meschede preguntando en alemán unas determinadas calles y fotografiar los edificios que se encuentran allí.

Vamos preguntando a las personas, pero algunas tienen una idea ligera de dónde se encuentran las direcciones y otras nada de nada. Así que decidimos entrar a una librería, que se encuentra en frente de la oficina de turismo, para ojear algunos libros.

A alguno de nosotros, se les ocurre preguntarle a una de las dependientas por el paradero de cada una de las cosas, al parecer, si que sabe donde están, pero le vendría mucho mejor con un mapa. Y me viene la idea de ir en un momento a la oficina de turismo y pedir un mapa, sin perder ni un momento, voy a por él. Mientras que un mapa de un folio es completamente gratis, uno completamente más ampliado cuesta, ni más ni menos, 1,99€, hay que ver cómo se aprovechan. Sin dudar, me decanto por el primero y vuelvo a la librería. Así si, en un momento, nos resuelve el enigma del paradero de cada uno de los edificios.

No me voy de la librería sin comprarme un libro, algo que no sea muy caro, sobre cocina alemana, para ver platos típicos. Mientras que mi compañero A. se compra uno sobre las especias que utilizan en Alemania.



Los edificios han sido una indirecta sobre los sitios que deberíamos visitar en caso de que nos falte dinero o nos encontremos en apuros económicos. En otro post, de más adelante y cuando tenga más tiempo, publicaré la excursión que nos hizo dar por Meschede, toda una aventura.

Algunos de estos sitios han sido, por ejemplo:


La oficina de trabajo, lo que sería el INEM en España



La plaza del ayuntamiento.
Al ayuntamiento tienes que ir si te quieres empadronar


Agotados, nos hemos vuelto para el curso de alemán.

Y nosotros, como casi siempre, a nuestro ritual, comer algo y reunirnos alrededor de una mesa del bar, a tomar cerveza y otros vino.

Ahora de despedida y vuelta de cada uno de nosotros a nuestros correspondientes hoteles. Monotonía a tope, es el ritmo de este curso.


A esperar el tren en la estación y más tarde, al bus.



Esperando el tren regional para ir hasta Arnsberg



Además de esos pies que se asoman por la derecha,
no hay nadie más en la estación

En cuanto llego al hotel, todos los alemanes están viendo el fútbol. Hoy juega USA vs Alemania.
No veas como está el aparcamiento, de entre el hotel y el ayuntamiento, lleno de coches.


Y antes de llegar hasta aquí, mientras que subo por el ascensor, se oye la celebración del gol ganador de Alemania. USA 0 vs Alemania 1.

Día 19. Limpia que te limpia.

Al subir las escaleras, después del desayuno, una pareja senior, que parecía que se marchaban ya del hotel, pues iban con sus maletas, y una almohada enganchada a cada una de ellas, los comprendo, no hay quien duerma con las cabeceras que ponen aquí, son un pelin incómodas. Todavía no le he llegado a coger el gustillo.

Desayuno en la sala de fumadores.


Algo que se ha convertido en un ritual, desayunar bien

Tarea de la mañana, reponer los productos que faltan en la barra de ensaladas.

Y enseguida me meten a limpiar dos barbacoas metálicas. La manguera no funciona, así que a base de calderos. No veas como me he calado todo.

Descanso y aprovecho para ir al supermercado a comprar unas cosas que necesito, además voy a probar la máquina de plástico del supermercado. ¡Qué bien, funciona con todo lo que le echo y consigo un ticket de 1€! Creo que no me va a durar mucho o mejor dicho, casi nada.


Primer ticket, espero reciclar mucho más.

Vuelvo al hotel paseando, pues es mi tiempo de descanso y tampoco es para ir con prisas.

Hoy hay un evento de empresa, así que hace buffet libre tanto para el evento como para el personal. Así que hoy, comida caliente.


Como se ve, me he echado un poco de todo, solo para probar

En cuanto llego a la cocina, el chef T. me dice que el director quiere hablar conmigo, solo quiere saber que cómo me han ido las 2 primeras semanas.

Le he comentado que soy habilidoso en la informática, me contesta que ya lo sabe por el currículum que le pasaron.

Hace mucho hincapié que me tienen que hacer una entrevista para la semana que viene y dice que si podía quedar el sábado para hacerla, me excuso, que me voy de viaje.
Como le gusta hablar a este hombre, empieza a hablar y no para.

Por la tarde, por arte de magia, aparece otra barbacoa, pero el doble de grande que las anteriores. Me tienen asqueado ya de tanto limpiar.

Me comenta uno de los cocineros, que hasta que no este un mes haciendo cosas, que ni se me ocurra que vaya a tocar nada de cocina, que me olvide de esa idea. ¡Mucho mejor, así no quemo nada!

Como estoy fuera limpiando las barbacoas, hago un pequeño descanso, aprovechando para hacer unas fotos de los alrededores.


Camino para entrar al hotel
El hotel está a la derecha, después de los árboles


Un local privado alemán para jóvenes



La plaza para sentarme a tomar el fresco
y el ayuntamiento detrás

Sigo limpiando, hasta que es la hora de terminar.


Y para terminar la jornada, me toca limpiar una parte de la cocina, que por cierto,no he utilizado. No veas lo que cuesta y la de productos que le echan.

Por fin, termino. Y como recompensa a mi trabajo, me han guardado algo para cenar.


Unos rulos de hojaldre


Unos pitas rellenas

miércoles, 25 de junio de 2014

Día 18. Más de lo mismo...

Hoy es lunes, vuelta a empezar, una nueva semana en Alemania, veremos a ver cómo la llevo, si bien, mal o regular.

No sé ni a que hora me he despertado, ya ni siquiera lo tengo en cuenta, me levanto y punto.
Ducha rápida y a desayunar.

Tengo que ir a subir a la sala de fumadores a desayunar. Me cojo como siempre mi desayuno, y parte de él, me lo cómo de pie en un barra de la cocina, el resto, dos bocadillos que me he hecho, me los voy a comer sentado en la plaza de fuera, tomando el fresco, tampoco hace mucho frío a estas horas de la mañana, por lo menos, salgo del hotel, aunque sean un par de metros. Veo a gente ir y venir a hacer gestiones en el ayuntamiento (Rathaus), que está justo enfrente.


Mi mochila y mi bocata, listo para comérmelo.

Me subo para la habitación y confino a hacer cosas, por ejemplo, me hago la colada, que hacía por lo menos 3 días que no la hacía, pues 3 de las 4 camisetas blancas, que tengo para trabajar, estaban ya sucias.

Veo que esta vez, no han entrado las limpiadoras, aunque, la verdad, no tengo ni idea de cuando entran o dejan de entrar, son un misterio.

Ahora del trabajo, bajo a la cocina. Para mi sorpresa el chef principal no está. Uno de sus segundos ayudantes, Ma., me comunica que no sabe por qué tengo que entrar más temprano que los chefs, ¡no, si al final voy a tener yo razón!

Ayudo a Ma. en todo lo que puedo, estando atento en todo aquello que le hace falta e incluso adelantándome, pues ya sé que hacer después de cada cosa, me refiero a que si saque determinado ingrediente.

En cuanto llega el chef, me pone a cortar hierbas para aliñar la carne y las salsas. Y que esté atento para cuando le tenga que ayudar. Como siempre, me sorprende cada día, no por sus habilidades cocinando, sino porque es la primera vez me pide que le ayude, espero que no sea la última.

Tengo que hacer pinchos morrudos de pollo que esta tarde, tienen que preparar una barbacoa para una empresa, eso es lo que leí ayer en un papel. No sabré mucho alemán, pero las consonantes BBQ, no tienen desperdicio. 

Y que en cuanto termine, limpie todo el estropicio que ha hecho en su tabla de cortar, parece que han volado los ingredientes, está todo patas arriba, literalmente. Termino de cortarlo todo y a ponerme a limpiar y ordenar.

Se me hacen más de las 14:30 para terminar la tarea y cuando ya estoy pensando en qué hacerme de comer, aparece en escena Ma., que le eche una mano con unas rebanadas de mantequilla con jamón serrano, o mejor dicho, jamón italiano, porque no se parece en nada al de España.

Además me pone a cortar lonchas de embutido en el cortafiambres. ¡Pepe, no te pongas nervioso! En eso mismo estaba pensando yo, dejar los dedos bien separados de las cuchillas.
Con mucha calma, no pasa nada, salgo de una pieza.

Esta tarea, me ha dado una idea de hacerme algo de comer, sin ensuciar mucho: dos bocatas de con mantequilla, salmón ahumado y un poco de lechuga. Algo ligero y nada de qué marearse la cabeza. Me los como tranquilamente, saboreando el salmón. 


Dos como este, han caído

¡Cuántas ganas de comer pescado!

En cuanto llego a la habitación, me tumbo en la cama o mejor dicho hago la siesta española.

En cuanto se hace la hora del turno de la tarde, me arreglo y bajo a las cocinas. En cuanto llego a la cocina y me estoy poniendo el delantal, el chef T. me dice que el administrador del hotel me está buscando porque necesita mi cuenta del banco. Pues nada, otra vez subir, busco los papeles del banco, y se los bajo al administrador a su despacho en la primera planta. Tengo que pasar por delante de todos los despachos de los demás, y estos se quedan mirando, eso es que no están concentrados en su trabajo.

A la vuelta para las cocinas, tengo que pasar en medio de unos alemanes, que parecen que están en algún tipo de reunión, tampoco me paro a averiguarlo, tan solo pido perdón por pasar por el medio.

Bajo a la cocina de nuevo. Lo de antes, ha sido una breve pausa para entretenerme y dejar pasar los primeros minutos de la tarde.

A los pocos minutos, entra en la cocina la secretaria del director, que se tiene que marchar ahora mismo, que su madre está enferma… Por lo menos me he enterado de lo que ha dicho. Ya vamos pillando las cosas en alemán.

Me pongo a limpiar y organizar los lugares de trabajo, que por cierto, están hecho una auténtica marranería, esta gente no sabe limpiar después de terminar de cocinar.

Ahora entra en escena una señora que aparece vestida de paisana, de ropa común, nada de uniforme de cocina. Parece ser que es una fan del chef, porque le empieza a alargar en todas sus comidas. Y esta comienza a picotear de todos los platos que hay alrededor y el comentario más frecuente es, "Mmm…, tan rico como lo hace mi mamá".

De la nada, aparece la jefa de sala y le empieza a hacer la pelota, por completo, a esta señora. Aunque entienda mucho alemán, la situación estaba completamente clara.

Parece ser que esta señora, es más que una señora, es algún "pez gordo", que tienen que hacerle bien la pelota, porque al poco tiempo de marcharse, vuelve a entrar la jefa de sala con una sonrisa de oreja a oreja y con los pulgares hacía arriba en señal de conseguido.

Tras esta escena de paripé, la cocina vuelve a su estado normal.

A hacer las comidas rápidas y con mucha prisa. Mi rutina de la tarde, sigue como siempre: corta todo lo que te manden, excepto a las personas. A hacer helados de postre y tortitas para acompañar al pollo al curry. Y limpia que te limpia la cocina.


Hora del fregote del suelo. El chef va mucho más rápido fregando que otros a los que no quiero señalar… Como nos ve que hemos trabajado hasta el límite, se va para el restaurante y aparece con unas copas de cerveza Veltins.

La jornada termina para todos. Todos los huéspedes están en sus habitaciones y yo muy pronto, ¡Zzzz!


Desde el pasillo de mi sección


La plaza de esta mañana y el ayuntamiento justo enfrente.

martes, 24 de junio de 2014

Día 17. Hasta medianoche en cocina.

Hoy es lunes, vuelta a empezar, una nueva semana en Alemania, veremos a ver cómo la llevo, si bien, mal o regular.

No sé ni a que hora me he despertado, ya ni siquiera lo tengo en cuenta, me levanto y punto.
Ducha rápida y a desayunar.
Pues estaba haciendo cosas esta mañana en el ordenador, cuando de repente, se abre la puerta, la limpiadora que entraba a ver el panorama de la habitación. Menudo susto. Ja,ja,ja. De ahora en adelante, dejaré la tarjeta (verde o roja) en el pomo de la puerta, aunque entre 5 minutos y después me vaya.

Tengo que ir a subir a la sala de fumadores a almorzar y ya están allí un par de alemanes, dale que te pego al cigarrillo, pero eso si, en todas las habitaciones, te encontrarás que está completamente prohibido fumar en todo el hotel. Creo que voy a dejar de visitar este lugar, o mi salud correrá un grave peligro.


Un mensaje subliminal en la pared de la sala de fumadores,
es para cuando estés supercansado y... 

Una cosa más respecto a esta sala. Todos los de la plantilla que son fumadores tienen "derecho" a entrar a estar salir y tener un descanso mientras que te dure el cigarro, pero los que no somos fumadores, no hay pasa que valga mientras trabajas. Pues no lo veo nada justo.

Me salgo un rato fuera, está el ayuntamiento y una plaza, así que siento un rato a tomar el fresco y unos pequeños rayos del sol que se filtran por las nubes.


Allí está la parada de autobús imposible
porque siempre hay gente esperando
al autobús.



Una plaza con su fuente incluida.

Voy a subir a la habitación, cuando llamo al ascensor y me encuentro a una pareja que bajan al recibidor y se quedan sorprendidos de que hayan llegado a la primera planta. Lo primero que hacen es, salir del ascensor, dar vueltas. El caballero se baja por las escaleras, mientras la señora vuelve al ascensor y bajamos a recepción.

Este caso, ya me ha pasado más de una vez, que conste. Y una de las ocasiones, una señora se llevó un buen golpe con la puerta del ascensor. En ese momento, no supe si reírme o qué.

El día fue mucho mejor que la tarde.

La mañana se lleva bien, no hay mucho que hacer. Me enseñan a hacer natillas. Como si nu supiera como se hacen, pero me poco muy atento a los pasos, como no supiera ni idea. E incluso, me llevo uno para comérmelo luego.


Lo que me da tiempo a prepararme para "la hora de la comida".



Y me encuentro este postre entre el resto de un catering.

La verdad que, los platos no tienen gran cosa, me refiero que no tienen una gran elaboración, unos cuantos pasos y listo. Lo que ocurre que, luego les gusta mucho decorar el plato. No veas, que solo tienen unas lechugas, solo para decorar.

Entre plato y plato. M. me pide que me ponga a hacer helados, de los que sea, porque luego los clientes no saben de que sabor es cada bola de helado. ¡Jajaja!

Tengo que además decorar platos para los postres, que si media fresa, un fruto de los Andés. Una pijotada al lado de otra.

Me mandan a tirar la basura un par de veces. Para ello, tienen una casa pequeñita, donde tienen varios contenedores de basura de distinto tipo.


Contenedores negros, azules, amarillos y verdes,
incluyendo todo aquello que no les hace falta ya
en la cocina.

La tarde se alarga demasiado, no veas que a las 9 de la noche, empiezan a traer trastos de un evento que han tenido. Pues hay que ponerse a vaciar la furgoneta, cuando la noche estaba a punto de terminarse para mí, llega esto. Los cacharros empiezan a volar por todos sitios, la chica de los platos, va tan rápida fregando y colocando, que se pega un buen corte en el dedo, que le empieza a chorrear sangre en el dedo. Vamos un drama por completo.

Cuando ya no caben más cacharros de cocina y carritos en la cocina, entonces se ponen con la operación "fregar el suelo", cuando estás ya para vender tu alma al diablo de cansancio, empiezan a fregar el suelo, que está lleno de marranería.


Pasan las horas, las 10, las 11, las 12… Y aún me veo dentro de la cocina, ya no puedo más, he llegado mi límite, mañana tengo que volver aquí, así que dejo todos los trapos, escobas y delantal y me subo a dormir.

lunes, 23 de junio de 2014

Día 16. El lago está más lejos de lo que creía.

Hoy, no sé si ha sido por el cansancio o por qué, que me he despertado tarde.

He abierto los ojos, y me he dicho a mi mismo, "por favor, por favor, por favor, que no sea muy temprano", Las 8:50. Por fin, he podido dormir un poco más del tirón. Así que contento de mi mismo, me he levantado para ducharme y bajar a desayunar.

Todo lo corriente posible en el desayuno, el comedor a reventar a eso de las 9 de la mañana. Madrugan un montón o eso, o es que se acuestan enseguida. Me parece a mi, que como ayer su equipo empató a 2 contra Ghana, no se fueron de fiesta y se fueron tempranito a la cama.

Mi desayuno ha sido un poco mejor que el de ayer, aunque no como el resto de los anteriores, un poco de café con tortillas y un bollo con un poco de jamón (que no es nada de jamón serrano español, es justo la imitación italiana) y queso. No me he cruzado con nadie en la salida de arriba de la cocina.


Un desayuno modesto, como el de cualquier domingo en España

He visto a todos los camareros, entre ellos a K., que se ha sorprendido al verme sin pantalones de chandal y camiseta blanca, al momento ha entendido que hoy tenía día libre. Tampoco me ha comentado el partido de anoche de Alemania, parece que a estos alemanes no les gusta perder, como al resto de la humanidad.

He subido, de nuevo, a la habitación y me he puesto a escribir el último post del blog que llevaba atrasado, mientras que he estado escuchando música, pero eso si, pero en idioma español, que estoy falto de eso, de idioma no alemán. Cuando estás en la cocina y estas oyendo, no escuchando, tanto alemán, casi te vuelves loco. Tengo que seguir estudiando este raro idioma para pillar algo incluso cuando no vaya a clases en Meschede.

Así que hoy libre, me planteo entre ir a dar una vuelta andando o bien pillarme una bicicleta. Ya son las 11:55 y sin decidir todavía nada.

Creo que me voy a hacer unos bocatas de jamón y me iré a dar una vuelta por allí, a ver lo que hay, pero antes consultaré con el mapa.

Pues si que me he dado una vuelta por los alrededores.


El semáforo de al lado del hotel, que cambia cuando quiere.


Mientras tanto a disfrutar de las vistas, los deportivos que andan por aquí.

Me he ido para el supermercado Penny's y en una de las bocacalles, he visto que había un puente, y no veas, de estar por la carretera, a estar rodeado de naturaleza, con un caminito para ir andando a la perfección. ¡Qué exagerado que eres, Pepe! Pues no era el único que estaba por allí, me he encontrado familia alemanas con los niños paseando en bicicleta.


Lo del fondo, lo de las banderas rojas, es el supermercado


El puente que me ha llevado hacía la naturaleza


Puente, con su riachuelo incluido


Con una acera en buenas condiciones en medio de la naturaleza


Monolitos, aunque no sé que significan

Andando, andando, me he encontrado un montón de caminos, pero no he querido ir por ellos, por si acaso, para ser la primera vez, me perdía y entonces si que la montaba.


Andando, andando,... y más andando, si que tienen final:


O mejor dicho, barreras.

Pues por el supuesto camino, parecía que no se podía pasar, porque de la nada, me he encontrado con una barrera, se podría haber pasado perfectamente, pero por precauciones me he dado media vuelta y he tenido que desandar todo el camino andado, una gracia, bien podrían indicar cómo se llega al lago por la ruta de la naturaleza.

Por cierto, si alguna vez os perdéis por el monte en Alemania, solo tenéis que seguir las emes. ¿Cómo que seguir las emes, Pepe? Pues muy sencillo, mientras que he caminado, me he encontrado con un montón de bolsitas de Mcdonalds.


En esta caso, la M marca el camino.

Aunque todo tenía una razón lógica a un par de metros, no en el monte (sino cruzando un puente), está el dichoso establecimiento de la hamburguesas. ¡Ya podrían ser un poco más limpios en el monte!



La M marca... El tesoro, el tesoro de comida basura.

He continuado por la carretera, que había un caminito para las personas y para las bicicletas también. La ida, se ha hecho un poco costosa, porque era con un pelín de pendiente. A eso de la medio hora, me he topado con un pueblecito, Stemel.


Por aquí, seguro que no me pierdo...


Hasta tienen sus carteles para señalizar la distancia, 
pero par el lago "Sorpesee" no hay kilometraje, eso
que es una sorpresa.


Stemel, el pueblo de al lado de Sundern.

Una cosa curiosa que he visto, que al mismo pasar Sundern, hay contenedores de vidrios para reciclar por según los colores del vidrio, por lo menos en donde estoy aún no he visto ninguno de estos.


Vidrio marrón vs Vidrio verde


Vidrio transparente

Al mismo llegar a Stemel, ya era la hora de comer, así que he buscado unos bancos con buenas vistas y me he comido el bocata de jamón, no era una gran delicia, pero eso si me ha venido de perlas.


Con buenas vistas, aunque eso no es muy difícil aquí en Alemania.

Como he visto que se estaba ennegreciendo demasiado rápido, no lo he dudado ni un segundo, lo he recogido todo, sin dejar ningún papel por el suelo, y me he vuelto para Sundern.


Las vistas que tienen en el vecindario de Stemel

Cuando aún me quedaban unos pocos metros para llegar a la altura del supermercado, han empezado a caer las primeras gotas. Como si no me hubiera duchado esta mañana, como hago siempre, pues una ducha para el mediodía y encima, gratis. Antes de llegar al hotel, ha parado de llover. Es lo mismo de todos los días: rayo de sol, que parece que no va a salir, nube y lluvia, una veces suave, como la de hoy u otras veces, más fuerte, como la de hace unos días atrás.


Las casas que he visto a la vuelta, casi nada.


El camino de vuelta al hotel

He entrado al hotel por la puerta de servicio y para mi sorpresa, la cocina estaba completamente apagada, no había nadie, o bien no trabajan los domingos o bien estaba todo el personal en el restaurante del lago.

Los domingos por la tarde en el hotel no hay casi nadie, tanto huéspedes como personal. Parece que todos quieren disfrutar de cada segundo en el lago. Pues mientras que volvía, había una cantidad de coches y motos que se dirigían para allá.

Yo me he ido para la habitación y allí he pasado toda la tarde, entretenido con eso del alemán y mis cosas, y por supuesto del blog.

Ni siquiera, he tenido que bajar a cenar, he echado mano a las reservas que tenía por aquí: un poco de aquello y un poco de lo otro, y una merienda-cena preparada.