domingo, 29 de junio de 2014

Día 22. Día en Dortmund.

En cuanto sale el sol, ya empieza a entrar por la ventana de mi habitación del hotel. Aunque he corrido las cortinas, me parece a mí, que no sirven para mucho, las 7:30 de la mañana y ya estoy despierto. Al rato, no sé a que hora, empiezan a sonar las campanas de la iglesia más cercana, y no veas como suenan, parece que las tengo encima.

Ya no puedo más, y a eso de las 9, empiezo a rehacer la mochila, tampoco hay mucho que meter, pero solo me digo que, no se me olvide nada.


Vistas desde la habitación, esa es la iglesia que
estaba dando la lata.


La habitación, como ha amanecido

En cuanto P. se levanta, me da un toque en la puerta y nos vamos a desayunar en una cafetería de al lado de la estación, porque como los alemanes desayunan tan temprano, se nos ha pasado la hora de desayunar en el hotel. Tampoco pasa nada, es mucho mejor estar en la terraza de la cafetería viendo a la gente ir y venir.


Café con leche y una muffin


Una vez terminado el suculento desayuno, nos vamos a ver la ciudad. Iglesias, centro de la ciudad, tiendas, músicos callejeros e incluso pianos repartidos por toda la ciudad, en los que te puedes sentar y tocar tu mismo, "Spielen Mich".


Después de dar un montón de vueltas, decidimos que ya es hora de ir a la oficina de turismo, para ver si nos queda algo por ver o bien hay algo más interesante, tendríamos que haber empezado por allí, pero bueno.

Hay muchas cosas por ver en Dortmund, pero solo vamos a estar un par de horas más, así que nos vamos a visitar el edificio del metro, el "Dortmunder U", pero para nuestra sorpresa, está cerrado porque esta noche hay un evento, lástima que no lo hubiéramos sabido antes, si eso nos habríamos quedado a verlo. ¡Lástima!, me lo apunto en la lista de cosas que hacer para la próxima vez.

Callejeamos por una zona exterior al centro, estamos hambrientos y buscamos un sitio tranquilo para comer y ¡chas! encontramos un italiano que pone "Bier Garten" (patio para tomar cerveza) o lo que es lo mismo un patio dentro del bar.

En cuanto entramos, lo primero que me llega a la memoria son la mayoría de restaurantes de Nueva York, que tienen su patio en el interior (¡Ay, qué recuerdos tan agradables de ese viaje!).

Pues nos encontramos en un patio, tomando unas cervezas y con una pizza más grande que nosotros para comer. Además de que estas en una gran ciudad y no se oye nada de nada, tranquilidad total y para ello no hace falta irse a los hoteles, nuestros lugares de trabajo, para desconectar.

Va llegando la hora de volver, pero sino antes de tomarnos un último café en la misma cafetería de esta mañana.

Nada más terminar, cogemos nuestras mochilas y al andén a esperar a que salga el tren. Nosotros, como somos tan despistados, se nos olvida de ticar el billete, así que, de nuevo escaleras para abajo, que la máquina amarilla esta justo al lado de las escaleras. "Si es un lobo, nos come". No la hemos visto.

La vuelta se hace impensablemente rápida, a pesar de que si fuera por nosotros, nos quedaríamos otro días más de turismo por allí, pero ya no nos queda más dinero para gastar y además, P. tiene que trabajar el domingo.

Me bajo en Arnsberg (West), pero sino antes de despedirme de P. "Qué pases un buen domingo, aunque sea trabajando".

Salgo disparado, porque en el papel que me han dado en la estación de Dortmund pone que hay un bus a las 17:10. Pues parece que se ha adelantado y por allí no aparece ningún autobús. Pues nada, me ha tocado esperar, ni más ni menos que 3 horas más, hasta que ha aparecido el último autobús.

Con el movimiento del autobús casi me quedo durmiendo, he ido dando cabezadas todo el rato. Pero en cuanto he subido a mi habitación me he despertado por completo.


He desempaquetado toda la mochila y me he acostado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario