domingo, 29 de junio de 2014

Día 21. Turismo inesperado, noche en Dortmund.

Viernes, día de clase de alemán.

No sé, pero me da que hoy va a ser un día un poco largo, no sé por qué.

Me levanto y ducha rápida, son casi las 7:15, parece que hoy se me han pegado un poco las sábanas, me da la impresión que voy a llegar tarde.

Bajo a la cocina y en el comedor ya hay alemanes/as que están terminando de desayunar, ¿dónde irán tan temprano?¿es que no duermen?

Cojo todo lo que me puedo comer en ese momento, a continuación, voy corriendo cortando los bollos, para prepararme el almuerzo para los descansos de clase de alemán. Me tendré que comprar algún tupperware para llevarme algo caliente, aunque por las mañanas, lo más caliente que hay es salchicha asada con cebolla, nada bueno para guardar la línea.

Salgo corriendo, no literalmente, pero si a paso rápido, no es cuestión de quedarme sin bus.

Esta mañana me he llevado la mochila grande porque estoy pensando en irme con mis compañeros de clase para su pueblo a pasar el viernes noche y el sábado, aunque veremos a ver cómo se plantea el panorama.

Ufff… Llego bien a la parada de autobús, aunque tampoco tengo que esperar mucho, enseguida aparece el bus S21. No hay mucha gente, pero los pocos que hay, van al mismo sitio intermediario que yo, Arnsberg, concretamente, la estación de tren.

Como siempre, el autobús llega demasiado justo… Salgo pitando, como el resto de pasajeros, y bajo las escaleras y paso por el túnel para llegar al andén número 2.

Al principio, el viaje en tren se hacía ameno, ahora ya no es tanto, me parece una monotonía, pero bueno el viaje dura un par de minutos y con las paradas que hace, parece que ves a alguien distinto cada día.

Hoy ha llegado el tren bien de tiempo, a eso de 8:45. En cuanto he llegado a la zona peatonal, he visto que hoy viernes había mercado, así que como iba bien de tiempo, no lo he dudado mucho y he ido a echar un vistazo. Me he comprado unos cuantos albaricoques, solo para acompañar los bocadillos con algo de fruta y así estar comiendo algo más saludable. Por cierto, he tenido que esperar un rato a que me atendieran porque la señora de delante de mí llevaba una lista muy larga de cosas que tenía que comprar, hay que ver lo previsores que son estas personas.

He llegado bien a clase, aunque ya me estaban echando en falta, hay que ver cómo se preocupan por mí, pues cuando estaba subiendo las escaleras, mi compañera L. me estaba llamando al móvil, por supuesto, no se lo he pensado coger porque estaba a 10 segundos de entrar a clase.

La clase de alemán de hoy, se me ha hecho eterna. Ya no sabía ya qué hacer, tan solo esperaba que la aguja del reloj corriera más rápido de lo normal, pero creo que ha sido imposible.

Por fin las 15:45, hora de irnos de clase.


Rincón de la organización en la que desayunamos


La otra parte del aparcamiento.

Como hoy he comido tanta fruta, no he comido nada al mediodía, en su lugar, me he esperado hasta las 5 de la tarde, en la que nos hemos ido a tomar cerveza. Algunos nos llamarán borrachines, pero es que es el único momento en el que casi todos estamos juntos y podemos recordarnos que seguimos sabiendo hablar español. Con tanto alemán, y casi nunca poder dirigirnos en español a nadie, parece que se nos va a olvidar. ¡Qué exagerado Pepe, no creo que llegue la cosa para tanto!

Ya llega la hora de partir de mis compañeros de clase R. y A., uno de ellos me comenta que si me quiero ir con ellos a su pueblo, primero tengo que comprar algo en Meschede porque allí donde están ellos no hay supermercados y en cuanto al hotel en el que están, tendría que ser como otro huésped más y pagarme las comidas, la idea, definitivamente no me gusta nada de nada. Así que les digo que no me voy con ellos, que tal vez mañana vaya para allá.

Así que me voy con mi compañera de clase P. hasta la estación de tren, ella por el contrario, no vuelve a su hotel esta noche, sino que se va de turismo a Dortmund, a pasar la noche y la mañana del sábado.

Le planteo de irme con ella a Dortmund, aunque si lo pienso, lo mismo no hay habitación para mí en el hotel en el que va ella, aún así, no lo pienso ni dos veces, y en lugar de pulsar "la S", para buscar Sundern, pulso "la D", para buscar Dortmund. P. no cabe en si de alegría de que me voy con ella de fiesta a Dortmund, ¡por fin, una ciudad alemana!

P. no se lo cree hasta que consigo que el cajero coja mi dinero, pues al principio, solo hace devolvérmelo de nuevo. Ya tengo el billete comprado.

!Je, je, je, Pepe, nos vamos de fiesta a Dortmund!, dice P., al mismo ver el billete. No se esperaba que fuera de fiesta con ella. Para que vea que me apunto a todo.

Enseguida, llega el tren, pues ni más ni menos que es la línea que cojo yo todos los días para ir y volver, tan solo tenemos que seguir hasta el final, ¡última parada Dortmund Hbf!

Allí esta Dortmund, la gran ciudad que esperábamos para "cambiar de aires" y desconectar de tanta naturaleza en el medio de la nada.

Al mismo bajar, la primera foto que hacemos es al letrero de la estación, junto al andén, para verificar que ¡sí, ya estamos en una ciudad alemana! ¡Dortmund nos espera con los brazos abiertos!



Dortmund, estación central.


Esto si que es una estación de tren.


Los alrededores de la estación.


Al mismo cruzar la avenida,
nos encontramos con esto.

Seguidamente, lo que hacemos es localizar el hotel de P., pues aunque sabe en qué calle se encuentra, tampoco sabemos si habrán habitaciones libres.
En cuanto llegamos, tras andar un poco despistados, le preguntamos al recepcionista, y efectivamente, tienen habitaciones libres. Empiezan a salir las cosas bien.

Dejamos las mochilas y a buscar algún sitio para poder cenar, aunque estamos cerca del centro, los sitios que hay son bastante caros, eso es lo que parece. Así que intentamos alejarnos todo lo posible. 

Preguntando y callejeando, nos encontramos con un italiano con terraza, "Nonna Concetta" en Humboldtstraße. Está lleno de gente y por casualidad, queda una mesa libre. Otro punto a favor nuestro. Además pidiendo cervezas y disfrutando de una comida caliente, pizza y unos macarrones, por cierto muy buenos, terminamos cerrando el local y casi con la camarera echándonos, no literalmente, sino que se puso a recoger todas las sillas y las mesas.

No lo he comentado antes, pero mientras que estamos cenando, empieza a llover una barbaridad, pero los ciudadanos de Dortmund ni se inmutan, van andando por la calle, sin paraguas e incluso sin chaqueta, parece que están hechos de otra pasta y que, el agua, no les molesta. Natural, en Alemania llueve tanto, como días soleados que hay en Murcia.

Decidimos que ya es hora de dejar el restaurante, que por cierto, la cuenta nos impresiona, porque creíamos que nos iba a costar más de lo normal. Y nos dirigimos al hotel porque P. quiere ir a buscar un barrio alternativo que ha visto en internet, que se encuentra por la zona de Unionstraße.

Para eso, lo consultamos en un plano, que lo cogemos de recepción del hotel, a primera vista, no se sabe muy bien cómo llegar porque las líneas del metro y tranvía se superponen con lo que se consideraría que son las calles. 

Aún así lo intentamos, vamos a la aventura, no tenemos nada que perder, pero sin éxito ninguno, no conseguimos llegar hasta este barrio. Así que nos volvemos hasta la zona del hotel, que al parecer, van abriendo locales nocturnos, hay un par de discotecas con entrada, pero no estamos por la labor, además no vamos tan arreglados para la ocasión.

Seguimos caminando, cuando ya pensábamos que no íbamos a encontrar nada, nos topamos con la calle: Brückstraße, donde se encuentra un local que tiene buen ambiente, "Chill'r", no nos lo pensamos ni dos veces, para dentro, a tomar cerveza. 

Para decir la verdad, no sé cuantas nos tomamos. Solo me acuerdo del chupito que nos tomamos al final, por cuenta del camarero del local, a decir verdad, picaba un poco, creo que se le fue la mano con la salsa de tabasco.

La noche no la damos por finalizada todavía porque después de tanta cerveza, el hambre vuelve a llamar en el estómago, así que al mismo salir, nos dirigimos a la pizzería de enfrente que, a pesar de las horas de la madrugada que son, aún está abierta y a rebosar de gente. Aunque nos parece una marranada las pizzas que están preparando, cuando llegamos al hotel, es todo un manjar.

Nos vamos ya a la cama, ya hemos tenido bastante fiesta por hoy. Mañana mucho más, a visitar la ciudad.

PD: Hay muchas otras fotos, pero no las tengo en mi móvil.


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