miércoles, 18 de junio de 2014

Día 11 y 12. Martes y miércoles.

Ya sé, que no está bien. Pero sino lo hago así, se me acumula el trabajo del blog y no me da tiempo a publicar una entrada por día, así que, aquí van dos: ayer, martes y hoy, miércoles.
Ayer: segundo día de clase de alemán.

Como ayer, me tocó levantarme temprano. Esta semana, tanto el lunes, martes y miércoles están señalados en el despertador del móvil para que suene a las 6:50. ¡Menudo madrugón!

¿Pero está tan lejos la escuela esa donde das alemán?

Pues esta mañana me he levantado a esa hora y tan pronto como he podido, me he ido hacía la cocina y me he preparado dos bocadillos y he salido pitando hacía la parada del autobús. No está muy lejos, a tan solo unos 2 minutos andando, pero era el primer día que iba para allá sin ayuda ninguna. En cuanto he llegado, no había nadie esperando, señal de que o se me ha escapado el autobús o bien he llegado muy temprano. En este caso, y menos mal, ha ocurrido la segunda posición. He llegado temprano, pues como no tenía nada que hacer, he esperado allí.

A las 8 en punto, ha llegado el autobús R21. Y como me explicó K., le he soltado la parrafada al conductor: "Einmal bis Meschede Haupbahnhof bitte".
Me explico, que aquí en Alemania, algo que mis compañeros no se creyeron ayer cuando se lo conté, me tomaron por tonto, le dices al primer conductor del autobús al que te subes, cuál va a ser tu destino final y ese billete te da derecho a subirte y bajarte en todos los transportes públicos desde donde salistes hasta el punto de llegada"

Casi es más bonito, visitar cosas fueras de "la ciudad" que dentro. En cuanto el autobús ha dejado la zona urbana, nos hemos adentrado en el bosque, pero eso sí con una carretera por el medio. ¡Qué paisaje más bonito! ¡Pepe, vaya cosas que dices! ¡No, que va!. Lo que ocurre, que al estar acostumbrado al paisaje de España, esto es algo completamente distinto. Pero eso si, muy acogedor.

En cuanto llega el autobús a la estación de Arnsberg, tengo que ir corriendo hasta el Gleis número 3 (andén 3) y cruzar los dedos para que pueda llegar a pillarlo y que no se me escape. Ni hoy, ni ayer, no se me ha escapado, aunque esta mañana, por muy poco, lo he cogido. Tal vez, tenga que madrugar un poco más, ¿aún más, Pepe? Para poder llegar bien. Porque en cuanto el autobús recoge a dos o tres personas en distintas paradas, los minutos corren, y un día de estos, puede que me lleve una sorpresa y, de verdad, pierda el tren.

Una vez en el tren de cercanías, tengo que esperar a que pase por dos lugares más, Oeventrop y Freienohl. A la siguiente parada, es la mía.

La escuela está a unos 15 minutos caminando. Ya lo he hecho un par de veces y ya no tengo que estar fijándome en las calles, tan solo en las tiendas que hay. En cuanto me apeo en el andén 1, tengo un Aldi y un McDonald's a mi derecha, sigo recto y giro a la derecha. A continuación, me encuentro 2 semáforos, que les cuesta cambiarse una eternidad a verde para que pasen los peatones. Hay unos botones para que se cambie antes, pero alguna ocasión, cundo el tráfico es denso, tarda más de la cuenta en cambiarse.

Cruzo la calle e inmediatamente después, giro a la izquierda. Y empiezo a caminar en línea recta. Hay varias tiendas, entre ellas, una panadería, una librería (hay un libro de cómo cocinar los espárragos, el cual, nuestro compañero Ad., se quiere comprar, pero a pesar de esto, sigue estando allí todos los días), una tienda de juguetes, (hay unos playmobil en el escaparate, para el que no lo sepa, su inventor fue alemán).

A continuación, se gira a la derecha, pero primero sorteando las obras que hay en la calle, están cambiando el pavimento. Cruzo un puente, que por debajo de él pasa un río. Y ya entro en una zona peatonal, todo recto, hasta encontrarme con un semáforo, que al mismo cruzarlo, tras cinco minutos andando, me encuentro con la escuela de alemán en la organización de Kolp. Está justo enfrente de Kreishaus, "casa circular".

Llego bien de tiempo, el justo para comentar algo con mis compañeros y entrar a clase, a la vez que lo hacen ellos.

Aunque las clases se hacen un poco largas, se amenizan. Aunque, las últimas horas, son las que se hacen más largas, eternas.

Ayer, me tuve que volver temprano porque no había planeado del todo bien la jornada, se me había olvidado consultar los horarios de vuelta del tren regional. 

Pero hoy, he podido hacer más vida social con mis compañeros de clase, eso si, la vuelta, ha sido demasiado larga, porque he tenido que esperar un buen rato en la estación de Arnsberg, para que llegara el autobús para Sundern. Aunque la espera ha sido merecida, he podido canjear por una tarde más amena con mis compañeros de clase, porque aunque vivamos cerca, no nos podemos ver, tanto como a menudo quisiéramos hacerlo.

Hoy, en cuanto he llegado a la habitación del hotel, me he llevado una grata sorpresa: las limpiadoras del hotel me han limpiado la habitación, la cama y el cuarto de bajo. Sábanas y toallas limpias. Así que hoy es miércoles, de este modo espero que, el próximo lunes, les haga una nueva visita a la habitación también. 

P.D: Estoy un poco cansado hoy, así que el reportaje fotográfico, lo dejo para mañana.
¡Hasta mañana!

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