Hoy Es Lunes. Empiezo una nueva semana, aquí en Alemania, pero con algunos altibajos.
Empieza el curso de alemán en Meschede, así que me tengo que levantar bien tempranito, a las 7 ya estoy en pie (desde las 5 sin pegar ojo), aunque haciendo las cosas poco a poco.
A las 8 menos cuarto, ya me he preparado dos bocadillos en la cocina, he almorzado (de pie, como fuese) y estoy esperando al señor S., el caballero que se dedica al mantenimiento del hotel. Solo por hoy, me ha llevado al curso en su coche y luego, me he vuelto con él también, a la hora que le indicado más tarde en un SMS, para que viera dónde tendría que coger el bus y el tren para los próximos días.
En cosa de media hora, hemos llegado a Meschede. El camino, todo muy bonito, todo verde, como si te encontrarás en otro mundo. Tal vez, un respiro de aire fresco, después de estar todos estos días en un pueblo pequeño, que al no tener a nadie con quien hablar en tu idioma, tal vez te hace que los días pasen cada vez más largos y agobiantes.
En cuanto el señor S., me ha dejado en la estación de tren. En el mismo aparcamiento, había una furgoneta de la compañía del curso, K.p., la dejaré en el anonimato, ya que de momento, solo nos ha dado quebraderos de cabeza, incluido hasta el día de hoy.
La estación de autobuses y la estación de trenes juntos
Un chico, con un cartel gigante con el logotipo de la compañía, junto con mi nombre, estaba vagando por el andén de la estación, buscando a alguna persona española que le cuadrase con la descripción que le habían dado. Esta chaval, por cierto, muy majo, incluso me ha hablado en algo de portugués, según me ha comentado, sabe algo de este idioma porque su novia es portuguesa.
En cuanto he llegado a la escuela de K.p., todos mis compañeros me estaban esperando. Todos teníamos muchas ganas de vernos las caras, después de 9 días sin tener contacto, tan solo por las redes sociales. Las caras de cada uno de nosotros, hablaba por si misma. Caras de cansancio. de pequeñas alegrías, pero sobretodo de incertidumbre, porque no sabíamos qué nos iba a esperar durante todo el día.
Para empezar, yo he recuperado mi chaqueta que, el día de llegada, con los nervios, me la había dejado en "el autobús". Ya la iba echando en falta, porque los días de calor, aunque el verano se está acercando, ya han pasado y viene unos días más fresquitos.
Los componentes del equipo de k.p., nos ha mostrado una sala común donde se encuentran unas máquinas expendedoras de refrescos, café y golosinas. Aunque los precios no son muy elevados, me parece que después de lo que me voy a gastar en viajes de ida y vuelta, pocos de estos lujos me voy a poder permitir.
A continuación, hemos dado un montón de vueltas por el edificio, hasta dar con la supuesta clase, donde vamos a dar las clases de alemán. Han llegado los dirigentes de la empresa, el señor F. y la señorita J., además de las representantes españolas, la parejita feliz, las llamaremos "Pilii y Mili", no es apodo por casualidad, sino porque una, son hermanas; dos, una es morena y otra medio rubio y tres, porque se complementan la una a la otra; me explico, porque una empieza la frase y la otra la termina o bien, mientras la una habla, la otra escribe todo lo que le dice la hermana.
Todos hemos expuesto nuestras quejas, horarios de trabajo, precio del desplazamiento, injusticias que se están produciendo en las empresas, en los hoteles y un largo etcétera, que se irán completando en los siguientes posts de este blog.
Con tanto quejas, apenas le hemos dado la oportunidad a la señorita Const. a empezar sus clases.
El resto del día, lo hemos aprovechado, no en dar clases de alemán, sino en dar "el curso de manipulación de alimentos" en "Kierhaus" de Meschede. Parece anecdótico que un curso que tarda en darse en otros lugares un mes, aquí tan solo en menos de una hora.
Por cierto, todas las indicaciones que se han dado en el curso, ninguna de ellas, se tienen en cuenta en la cocina del hotel en el que estoy aprendiendo a cocinar.
Parte de fuera del edificio
Desde el edificio del curso
Como la cosa se ha ido de las manos, y era el primer día, nos hemos ido a dar una vuelta por el centro de Meschede. Algunos de mis compañeros estaban irritados, después de pagar un dineral en el billete de transporte, para que luego no dar nada de alemán.
Lo que si nos han dejado claro, ha sido el horario de clases que vamos a tener, a tensión, es para agarrarse, que hay curvas:
Entrada a: 9 de la mañana
Salida a: 15:45 de la tarde (podéis hacer cuentas)
Primera parte: de 9 a 10:30
Descanso
Segunda parte: 10:45 a 12:15
Descanso
Tercera parte: 12:30 a 14:00
Descanso
Cuarta parte y última: 14:15 a 15:45
Va a ser todo un show de alemán en toda regla. ¡Nos vamos a cagar de tanto alemán!
En cuanto he sabido la salida, le he enviado un SMS al señor S. Pues no lo vais a creer, pero ha sido, salir por la puerta de entrada del edificio y este estaba subiendo las escaleras. Completamente puntual.
Nos hemos vuelto a la hora esperada, pero haciendo escala por los distintos sitios que tendré que pasar mañana para llegar al curso yo solo. ¿Sobreviviré en Alemania? Eso no se sabrá hasta que vuelva a escribir otro post en el blog.
Combinaciones de vuelta
A la llegada, he tenido un bajón, por lo todas las cosas que se suponía que podía hacer en el hotel, pero preguntado poco a poco al personal, parece que no es así. Por ejemplo, desde un principio, tenía las comidas incluidas, pero no preparadas, sino que me tengo que cocinar a mi mismo, así que los días que trabajo, estoy atento a lo que hacen, para luego hacérmelo yo, porque sino mi dieta se convierte en una rutina.
Me he saltado la merienda, así que temprano, a la hora de la cena alemana, a las 7. He cocinado unas salchichas blancas con "Curry Gewürz Ketchup". La foto está colgada en Facebook.
Más tarde, he recibido la llamada de mis padres de skype. No me he encontrado con muchos ánimos para contarle muchas cosas agradables. Esta tarde la moral estaba decayendo por completo. Con más ganas de volverme que de quedarme.
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