domingo, 29 de junio de 2014

Día 20. Excursión en Meschede

Jueves, día de medio descanso, me refiero que hoy no me toca quedarme en el hotel, sino día de clase.

Así que, aunque parezca mentira, me tengo que levantarme más de lo temprano, aunque se hace por una buena causa, aprender alemán. Ni más ni menos que a las 7.
Ducha rápida y bajar a desayunar, que para mi sorpresa, ya hay gente en el comedor e incluso a punto de terminar, ¡cómo madrugan tanto!

Una taza de café que sabe a rayos, además de arder demasiado… Lo tengo que tirar por el fregador. No sé de donde sacan este tipo de café. Dos croissants y listo. Tengo que estar pronto listo para marchar, a continuación, me preparo dos bocadillos para comer más adelante entre los descansos de las clases, uno de mortadela y otro de jamón de york, liarlos en papel de plata.

En cuanto salga a la calle, no hace mucho frío, aunque siempre me llevo la chaqueta, por si refrescara durante el resto del día.

En la parada  hay otras personas, parece que no soy el único que abandona Sundern por la mañana. Como todas las mañanas, el tráfico es incesante, no paran de pasar coches, ¡No sé de donde salen!

El autobús se retrasa un par de minutos, solo espero que llegue bien a la estación de tren de Arnsberg, para coger el tren a mi hora. A lo largo del trayecto, como me temo, hace un par de paradas, bien para recoger o dejar a personas. No lo sé, pero por pura fortuna, el autobús llega con 3 minutos antes de su hora. Así que como un rayo, salgo disparado, para cruzar el andén por debajo de las vías, dándome tiempo a coger el tren regional. ¡Pepe, toda una hazaña!

Cuando el tren pasa las dos ciudades que hace paradas, llega por fin a Meschede, donde todavía me queda unos 15 minutos de caminata, no será por andar.

Hoy, me ha pasado algo curioso, durante el trayecto del tren. En cuanto me he sentado en un asiento, un caballero con libreta y un lector de tickets, se ha acercado hacía mi. En un primer momento, he pensado que era el revisor. Me ha tomado nota del número del billete y tras esto, me ha empezado a hacer un montón de preguntas. No sé para que quería saber tantos datos, que por qué iba a Meschede, con que frecuencia,…

Para mi sorpresa, después de casi llegar sin aliento a la escuela, de las clases de alemán, me encuentro que todavía, no todo el mundo ha llegado a clase, tan solo mi compañera L., que al igual que yo, no sabe donde se encuentran los demás.
Aunque nos lo podemos imaginar, una de dos, se les ha escapado el autobús o bien se están entreteniendo con algo.

Al rato aparecen.

Pero no me salen las cuentas, ¿dónde se suponen que están mi compañera A. y mi compañero S.?

Les pregunto al resto de mis compañeros, los cuales me comunican que, parece ser, han abandonado el programa porque no estaban de acuerdo con las empresas que les habían tocado y por el horario que tenían que trabajar.

Pues con esta noticia, ya somos menos en clase, vamos quedando muchos menos. Dos bajas en las dos primeras semanas. 

¿Cuántos quedaremos cuando queden menos semanas?

La clase transcurre con normalidad, y mis compañeros se arrancan a hablar un poco de alemán, a mi, la verdad, me cuesta un poco el alemán. ¡Pepe, tienes que estudiar!

A la segunda hora, se nos propone una gincana, para que vayamos por la calles de Meschede preguntando en alemán unas determinadas calles y fotografiar los edificios que se encuentran allí.

Vamos preguntando a las personas, pero algunas tienen una idea ligera de dónde se encuentran las direcciones y otras nada de nada. Así que decidimos entrar a una librería, que se encuentra en frente de la oficina de turismo, para ojear algunos libros.

A alguno de nosotros, se les ocurre preguntarle a una de las dependientas por el paradero de cada una de las cosas, al parecer, si que sabe donde están, pero le vendría mucho mejor con un mapa. Y me viene la idea de ir en un momento a la oficina de turismo y pedir un mapa, sin perder ni un momento, voy a por él. Mientras que un mapa de un folio es completamente gratis, uno completamente más ampliado cuesta, ni más ni menos, 1,99€, hay que ver cómo se aprovechan. Sin dudar, me decanto por el primero y vuelvo a la librería. Así si, en un momento, nos resuelve el enigma del paradero de cada uno de los edificios.

No me voy de la librería sin comprarme un libro, algo que no sea muy caro, sobre cocina alemana, para ver platos típicos. Mientras que mi compañero A. se compra uno sobre las especias que utilizan en Alemania.



Los edificios han sido una indirecta sobre los sitios que deberíamos visitar en caso de que nos falte dinero o nos encontremos en apuros económicos. En otro post, de más adelante y cuando tenga más tiempo, publicaré la excursión que nos hizo dar por Meschede, toda una aventura.

Algunos de estos sitios han sido, por ejemplo:


La oficina de trabajo, lo que sería el INEM en España



La plaza del ayuntamiento.
Al ayuntamiento tienes que ir si te quieres empadronar


Agotados, nos hemos vuelto para el curso de alemán.

Y nosotros, como casi siempre, a nuestro ritual, comer algo y reunirnos alrededor de una mesa del bar, a tomar cerveza y otros vino.

Ahora de despedida y vuelta de cada uno de nosotros a nuestros correspondientes hoteles. Monotonía a tope, es el ritmo de este curso.


A esperar el tren en la estación y más tarde, al bus.



Esperando el tren regional para ir hasta Arnsberg



Además de esos pies que se asoman por la derecha,
no hay nadie más en la estación

En cuanto llego al hotel, todos los alemanes están viendo el fútbol. Hoy juega USA vs Alemania.
No veas como está el aparcamiento, de entre el hotel y el ayuntamiento, lleno de coches.


Y antes de llegar hasta aquí, mientras que subo por el ascensor, se oye la celebración del gol ganador de Alemania. USA 0 vs Alemania 1.

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