Ayer veo a la chica de la limpieza bajando una cuna por las escaleras, me parece súper bien que si vienes a este hotel con el bebé, que menos que duerma en un sitio adecuado.
Pero esta mañana me he cruzado con una chica jovencita muy mona, en la tercera planta, que iba acompañada de sus mascotas, ni más ni menos que dos bulldogs, con muy mala leche, en cuanto han entrado al ascensor, han empezado a gruñirme, ¿qué pasa, qué no les gusta los españoles? Menos mal que solo era un piso lo que me faltaba por recorrer y enseguida me he bajado. Si tengo que recorrer más de un piso dentro del ascensor, no sé la que se podría haber montado.
Ando un poco fastidiado de estómago, tanta carne a la plancha con especias se ve que no me sientan del todo bien. Así que esta mañana, el desayuno ha sido más bien ligero, un té (que por cierto, que los odio a muerte), un poco de jamón dulce con un bollo y un yoghurt natural. Comparado con otros días, esto es comida de pajaritos.
Me vuelvo para la habitación, aunque es cosa de las 10 de la mañana, esta vez entro a trabajar más tarde, a las 12 del mediodía. ¡Qué bien, Pepe, hoy entras más tarde! De bien nada, sé cuando voy a entrar, pero no sé cuando voy a salir porque hoy me toca un turno gracioso de narices, diez horas interrumpidas de curre. Como me ha dicho mi compañera de curso P., ¡Bienvenido a mi mundo, Pepe! Así que a la habitación a estar el máximo de tiempo sentado, sin hacer nada literalmente, uno de mis momentos más muertos que he tenido desde que he llegado a Alemania.
Por fin, llegan las 12, hora de la muerte súbita, a la cocina.
En cuanto llego, la cocina es una locura de un ir y venir de productos, parece que tienen un evento en otro lugar porque están cargando la furgoneta de todo lo que hay a mi alrededor, no sé de qué se trata, ni tengo interés en preguntar, bastante tengo con la que me va a tocar hoy.
Es entrar a la cocina, y nuestro querido M. me echa una mirada de "vente para acá que te voy a dar trabajo", dicho y hecho, a reponer la barra de ensaladas. Estos alemanes lo que comen más son ensaladas y cerveza, les das estas dos cosas y ya se dan por satisfechos el resto del día.
Pues nada, a reponer ingredientes de la ensalada, que si tomate, zanahoria, repollo con pimientos y el ingrediente clave, las dichosas lechugas de distintos tipos.
¿A quién se le ocurriría incluir la lechuga en la ensalada en su día? Que le voy a decir un par de cosas a la cara, pero bien dichas.
Pues M. aparece con dos cajas enormes de lechugas y me da las siguientes instrucciones: lavalas 3 veces, escurrirlas y por último cortarlas en trocitos.
Pues al principio, te dices a ti mismo, ¡Pepe, si esto está chupao! Fácil es. Pero la dificultad entra en juego cuando estas un par de horas de pie, lavando lechugas con agua fresca. Te salen ya las lechugas por todos los sitios.
Agotado, sin poder hacer ningún descanso. Porque esa es otra, Diez horas sin descansos, ¡manda coj…!
A todo esto, cuando me estoy debatiendo entre la vida y la muerte pelando lechugas, aparece nuestro querido director M.K. y me pregunta "Alles gut?" (¿todo bien?), me iba a cagar en todo, pero me cayo totalmente y ni le dirijo la palabra, sino en que su lugar, giro la cara hacía la izquierda, al estilo de niña del exorcista, donde él se encuentra y lo miro con cara de no muchos amigos.
No sé qué cara le puse, que el señor M.K. se quedó cayado como una tumba. A los cinco minutos vuelve a aparecer en escena y me echa una parrafa de justificaciones de porqué lo de las 10 horas seguidas, pero no estoy para la labor de hacer dos cosas insoportables a la vez, estar escuchándolo y pelar lechugas, así que me centro, tan solo, en la segunda acción.
Cuando son las 4 de la tarde, doy por terminada la dichosa recolección de lechugas, ya están almacenadas y guardadas en sus recipientes correspondientes en el Kühlschrank (frigorífico).
Y M. se porta y me comenta, puedes hacer un descanso. Me lo pienso un poco y le ataco a la tarrina de yogur que tienen en el Kühlschrank, no tengo el estómago para echarle nada basto, eso si, engancho un buen bol en el que me quepa bastante cantidad, creo que mañana tendrían que abrir una nueva tarrina para hacer el siguiente desayuno. Después de este aperitivo, parece que me ha sentado bastante bien. Pues sigo de una pieza.
A esto de las 6 de la tarde, empiezan los pedidos de las comidas. Como siempre, en cuanto termino de comerme algo, estos alemanes ya tienen la cena encima de ellos.
Empieza el ajetreo de platos de aquí para allá y a mi me encargan hacer cosas para luego ir guardándolas, hay que ver lo que les gusta a esta gente tener las cosas preparadas para el día siguiente, que previsores. Pues a cortar pepinillos, que eso no son pequeños, son pepinazos. Tomates cherrys, ¡por Dios, cómo les gusta decorar los platos con estas hortalizas! y por último uvas, otro elemento decorativo.
Cuando ya parecía que no me iban a encargar más cosas, M. me dice, vente que vas a aprender en 2 minutos a decorar postres "decoration".
Pues dicho y hecho, que si corta media fresa, media uva, que si medio "fruto de los Andes" (cuando vi, pensé, ¡vaya cursilada! ¡lo que tiene que costar la cajita, un pastón!).
Pues a entretenerme por completo, por lo menos no estoy con los brazos cruzados.
Siguiente paso a hacer bolas de helado y por último a hacer brochetas de frutas: trozos de piña y plátano cubiertos de caramelo, y se me olvidaba, una base de crema de frutas triturada, que ya lo tienen en un tetrabrick, ¿quién dijo productos frescos?
Bajo mi punto de vista, demasiados detalles en el plato para que dure tampoco. ¡Mira que llegas a ser exagerado, Pepe! Ni exagerado ni leches. Antes prefiero mil veces una copa con 3 bolas de helado y listo. ¡Pepe, nos vas a cambiar nunca! Pues de momento, me parece que no.
La tarde-noche va llegando a su fin y el segundo de cocina va parando de hacer pedidos, señal que la jornada va a finalizar enseguida. Así es, empiezan a echar calderos de agua al suelo, para restregar con las escobillas todo aquella marranería que hay incrustada.
Y como un par de noches anteriores, se les va la luz, tienen algo mal conectado entre todos los cables, tan solo quedan encendidas las luces de los extractores de humos. ¡Ja, ja, ja! No son del todo perfectos, tienen sus más que otros errores. !No veas!
Ya son alrededor de las nueve y media, un poco más de esfuerzo y enseguida te verás en la calle. El segundo de cocina me dice, que deje de hacer cosas, que ya es suficiente por hoy.
Le he echado el ojo a una olla gigante de macarrones con tomate. Y sin cortarme ni un pelo, le pregunto "Kann Ich Makkaroni essen?". Me contesta que me coja un plato "Teller" y que me eche los que quiera.
Más contento que unas Pascuas, me quito el delantal de plástico y voy al ataque, me echo unos cuantos, pero eso si, en cuando subo a la habitación de encima de la cocina, me parece que me he echado demasiados, aunque me da igual, porque me los como todos y no dejo nada en el plato, como nos han enseñado nuestras madres a cada uno de nosotros, "cómetelo todo, que no me entere yo, que te dejas algo".
Vuelvo a mi habitación.
Esta noche juega Alemania contra Ghana, creo. Pues un edificio de juventud, junto al hotel, está lleno de hinchas alemanes. Estoy a punto de bajar al sótano al pub a tomarme algo, pero el cansancio es mayor que mis ganas de fiestas. E incluso, me cruzo con una chica muy elegante que, en el ascensor, pulsa el botón de sótano, pero las fuerzas están perdidas, no me podría mantenerme más de 5 minutos en pie, espero que no sea su última noche aquí en el hotel.
En cuanto abro la habitación y me voy a la cama, intento estar un rato con el ordenador, pero parece que ni eso, pues me quedo torrado.
Una vez más, el cansancio ha sido mayor. ¡ZZZzzz…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario