miércoles, 2 de julio de 2014

Día 25. De bocata en bocata.

Esta mañana, 1 de julio, sin ver todavía el sol entrar por la ranuras de las cortinas, me he despertado y he mirado de reojo el móvil, las 6:50, ya he cogido el ritmo de despertarme a tiempo.

Ducha y a bajar a desayunar, sino antes de prepararme toda la mochila para las clases junto al bono de transporte.

En cuanto he llegado a la cocina, he pasado por la barra del buffet del desayuno para coger embutido y prepararme los bocadillos, cuatro son los que me he hecho.
Dos para almorzar en el curso de alemán y otros dos para cenar esta tarde en cuanto vuelva a Sundern.


Lo que queda de desayuno, después de hacer los bocadillos


Esta foto, va para mi hermana A., 
allí está la famosa bandera alemana.


¡Sol, sol y sol! Con esto, ya soy feliz.


Mañana de mucha niebla, eso significa que esta tarde hará calor.
"Mañanitas de niebla, tardes de paseo"

Me bajo pronto a la parada del autobús, en cuanto veo llegar al bus R21, me preparo el bono del autobús, para explicarle al conductor que me tiene que cobrar la cuota del mes. Pero el conductor no entiende nada de lo que le intento explicar, así que en cuanto ve el bono, me deja pasar gratuitamente. 

En el cambio de transporte en la estación de Arnsberg, entro en las oficinas del Bahn y se lo explico al caballero que hay allí, que lo entiende a la primera. Y el bono me sale por 108€, casi nada, pero lo bueno es que no me tengo que preocupar por llevar más dinero de más para el billete del transporte.

Tengo suerte esta mañana, a pesar de que me entretengo un par de minutos en la oficina de la estación de tren, el tren tiene 10 minutos de retraso, así que no se me escapa.

En cuanto llega el tren a Meschede, salgo disparado. No tengo ningún tiempo que perder. Me voy caminando por el zona peatonal, hay mucha gente ya que va para acá y para allá, y eso que es tan solo las 9 de la mañana. Llego a clase no muy tarde, tan solo 10 minutos de retraso.

Las clases de alemán se llevan como se pueden. Entre que el libro que llevamos, que es un aburrimiento, y la profesora intenta hacer todo lo que puede, las clases se me hacen cada vez más pesadas.

Ya no sé donde me encuentro mejor si en clases de alemán o cuando estoy en la cocina del hotel trabajando. Aunque si prefiero que no me duela la espalda, por estar de pie, me quedo con la primera opción.

Las clases terminan. La mitad de los compañeros se vuelven para su hotel, tienen que solucionar cosas con sus hoteles: A. se cambia al hotel de R., L. se va al hotel de V. y V. se va para Eiffel. Así que es imposible quedarnos a tomarnos algo, tal vez para mañana.

Acompaño a P. hasta la estación de autobuses, yo también me voy a ir en breve, en 10 minutos. La línea de trenes es buena, pasa uno cada 30 minutos. Así que cojo el primero que pasa sobre las 4, para que enseguida pueda coger el autobús. En uno de los vagones del tren regional, me fijo en esto,


El mapa de todos los trenes en el norte de Alemania. Jajaja, un punto a mi favor. Cuando quiera irme a darme una vuelta por allí, tan solo tendré que fijarme un poco en él, pero eso si, tendré que ir llevar cuidado con los precios, que no son nada baratos.



En cuanto bajo del tren, no tengo ni que esperar ni 10 minutos, y el autobús ya está aquí, enseño mi "Kundenkarte" y para adentro.

Llego a Sundern bien temprano y aprovecho para dejar la mochila e ir a comprar algo al supermercado, pero sin olvidarme de llevar varias botellas de reciclado para que me rebajen algo en la compra. ¡Perfecto, 1,5 € menos que pagar! Así si que da gusto de comprar.


Mi segundo billete de descuentos, 
no sé si se podrá canjear también solo por dinero.

Subo rápidamente a la habitación y sin entretenerme mucho, bajo a las cocinas y en un santiamén, me hago un bocadillo de tomate, no tengo nada a mano de fiambre para echarle, así que me lo como tal cual. No quiere hacerme nada más, pues me esperan, en la habitación, dos bocadillos más que me hice esta misma mañana. Ceno bien, dos bocadillos y un vaso de arroz con leche de la marca Müller. O de esta manera, o bien me voy a quedar en los puros huesos, porque aquí, aunque sea un hotel, no se preocupan por si he comido o cenado.

Y veo como hasta el sol, me quiere decirme "adiós" antes de ponerse por el oeste.



Entra unos pocos rayos de sol por la ventana,
aunque sea el reflejo en una de las casas 
que tengo enfrente de mi habitación


Y sino mal recuerdo, me quedo durmiendo en la cama con el portátil encendido. ¡Vaya cabeza la mía!

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