lunes, 21 de julio de 2014

Día 41. Al sur de Meschede.

Jueves, día de descanso.

A diferencia del resto de días, esta mañana me he dado el gustazo de levantarme tarde. Aún así, me ha dado tiempo a coger cosas del desayuno y comer bien, en la sala de la plantilla del hotel, en donde se encontraban 

Duchado y ya arreglado, ¿qué se supone que puedo hacer ahora? Pues con el bono de autobus-tren, me he ido a Meschede a pasar la mañana, tampoco quería estar encerrado en el hotel todo el día o estar dando vueltas tontas por Sundern, sin ningún fin, porque aunque Sundern es "una ciudad", consiste en un centro con Iglesia y unas pocas tiendas, algún restaurante escondido y no cercano y el lago que hay que ir en coche, porque de otra manera no hay forma posible de llegar y aún menos con el calor que hace por aquí, hoy 27 ºC.

Autobús y tren y en cosa de una hora en Meschede, pero solo para pasear y ver lo que hay en la otra parte de "la ciudad", en el lado sur, que no llegamos cuando estamos ocupados con las clases de alemán, pues más que casas, hasta la zona que he llegado y una iglesia en la montaña, que con el calor que hacía, me he abstenido de subirla, para no morir de calor en el intento.


Acceso peatonal, por debajo de las vías del tren.
Casi me atropella una bicicleta, pero gafes del oficio.


Avenidas largas, que no se ven el final.
malas para pasear.


Con algún que otra fachada distinta al resto,
parece que hay gente con buen gusto por aquí.

Así que cansado de tanta avenida, me he puesto a callejear, cuesta arriba, cuesta abajo y te encuentras con cosas como estas...


La puerta a una casa, no tengo ni idea en lo que se basarían
para hacer esto, pero es distinta a todas las puertas de madera
del alrededor con su valla baja.


Entre los senderos de entre las casas, se va
mucho más rápido, no tienes que mirar si
viene algún coche.


Intentando buscar una panorámica del lugar


¡Bingo! Esto está mucho mejor que la anterior,
aunque solo se vean casitas.


A la vuelta, me he dado cuenta, de que había una iglesia.
Aunque más que iglesia, parece una fortaleza, un castillo.


Al final de la calle, en la cima de la montaña.
Pero por hoy, vale ya de calles inclinadas, 
las cuestas de Meschede



Antes de irme de vuelta al hotel, a reponer fuerzas
en un banco al lado del río, por supuesto a la sombra.

Cansado de tanto de dar vueltas, pues de camino al hotel de nuevo, para que luego digan que en Alemania no hace calor, ni poco. Pensaba no comprarme nada de ropa de más de verano, pero me parece que me he equivocado yo.


¡Pepe, qué no llegas a la estación! Un poco más y ya estás

Llego al hotel, subo por la zona de servicio o por recepción como el resto de los huéspedes, es que esta mañana cuando he bajado al desayuno, empezaba una conferencia en la primera planta, y como los pille con las manos en la masa, luego pasa lo que pasa, que me miran con mala cara, pero ¿quién es este?

Tampoco me lo he pensado tanto, por donde siempre y punto. Pues cuando he llegado a la primera planta, me he encontrado, que estaban recogiendo los ordenadores de la charla, unos minutos más y los pillo a todos.

Me he puesto a comer, a ver Pepe, ¿qué es lo que tienes por el frigorífico? Pues con el calor que hace, no apetece nada pesado. Un poco de fruta (plátano y peras) y con un poco de yoghurt. Y todo bien fresco. ¿Pepe, y las cervezas? Las cervezas caerán el sábado y el domingo, que cuando salga de trabajar, estaré bien asado de calor, más todavía que ahora. 

Pero ¿has comido a la hora alemana? Pues tampoco he mirado el reloj, pero lo seguro estoy que no eran ni la 13 horas ni las 14 horas, eran mucho más.

Después, me he puesto a ver una película que me recomendó el otro día P, mi compañera de curso de alemán, "La chaqueta metálica".

Ahora momento de pensar, qué se supone que voy a hacer durante el resto de la tarde. Pues estudiar alemán. Eso lo haré después de cenar.

Antes de todo eso, toca ir a comprar mis yogures favoritos, o mejor dicho, mi postre favorito, arroz con leche. Pero antes, tengo que coger mi mochila, para meter todas las botellas posibles para reciclarlas, tendría que haberle echado una foto a la mochila. Je, je, je. A la próxima, se la haré.


Mi ticket de descuento, listo para canjear.

Además del postre, ha caído una caja de galletas y un bolsa de cacahuetes, claro está para acompañar las cervezas, cuando me las vaya a tomar, ¿solas? Eso es imposible para mí, alcohol sin haber comido antes algo, es una bomba para mí.


Había pensado en ir a darme una vuelta por las tiendas de ropa de Sundern, pero en cuanto he llegado del supermercado, ya no eran horas de ir, demasiado tarde, a esa hora, los comerciantes ya están en sus correspondientes casas y con las tiendas completamente cerradas. ¡Pepe, no te has acostumbrado aún a los horarios! ¡Qué va! Imposible, eso de comer y cenar tan temprano y que las tiendas te las cierren tan pronto, nunca lo entenderé.

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