jueves, 10 de julio de 2014

Día 33. Todo un respiro de 20 minutos en la calle.

Aunque todavía no me lo creo, internet vuelve a funcionar, de la noche a la mañana. 

Bueno en realidad, me he despertado muy temprano, 6:30 horas, con "la mosca en la oreja", que podría ser un fallo por parte del router (el aparato con antenas que da internet) del hotel. 

He vuelto a intentar a entrar a mis páginas habituales (buscador google, Facebook y la web del blog), al principio no funcionaban, he esperado a eso a que fuesen las 8 de la mañana, hora en que empieza a entrar el personal de oficina y resulta que, a partir de esa hora, ha empezado a funcionar como antes, ¿casualidad? ¡Pepe, si sabes, de sobra que, no crees en las casualidades! Estaba en lo cierto. Algo le pasaría al aparato anoche.

Por otro lado, tengo una nueva noticia, como le pedí a la recepcionista que me diera una nueva contraseña de la wifi, para conectarte a internet, este va por cuentas individuales, se pasan de cuidadosos esta gente, ¡alemanes tenían que ser!, se lo metí al móvil, de hecho, el móvil tampoco funcionaba anoche completamente al 100% de rendimiento. Ahora tengo internet también en el móvil, pero solo cuando estoy en la sección de las habitaciones o en recepción, lamentablemente, la señal de internet no llega a las cocinas. Mejor, así nunca me podrán pillar chateando con el móvil mientras trabajo.

¡Pepe, no puedes vivir sin internet! Es que, si no tengo internet pasan un par de cosas. La primera, que cuando tengo tiempo libre, me puedo aburrir demasiado; segunda, necesito un contacto con el mundo exterior (¡Qué exagerado Pepe, ni que estuvieras encerrado!), en algunas ocasiones parece que lo estoy, pues hay veces, como las de hoy que, no he salido a la calle, no sabes la que está cayendo allí fuera, pero ¿cuándo va a pensar de parar de llover? ¡Eh tu, el de arriba, mira a ver si cierras ya el grifo, que creo que ya he tenido lluvia suficiente por hoy! Antes lo digo, antes para. Me acabo de asomar por la ventana y la calle ya se ve que se va secando. 

Desayuno a tope, pues ya se me han ido todos los males de la noche anterior, el problema del dichoso ordenador.


Intento variar el desayuno cada día,
pero no hay más cosas en la barra del buffet.

Como estoy de buen humor y no hoy es mi día libre, me subo con todos mis platos para la sala de arriba. No hago más que entrar, cuando entran V.H., la secretaria y J.M., la ama de llaves. Pues a que van a entrar sino, a fumarse el primer cigarro de la mañana. Parece que están deseando que entre yo, para entrar ellas, se ve que me han cogido cariño.

Termino mi desayuno y salgo escaleras abajo a dejar todos los cacharros. Está la cocina patas arriba, llena de todas las cosas sucias del desayuno, no tengo ni idea a quien le toca hoy el turno de fregar, pero si sé que se va a hinchar un rato.

Pues nada, vuelta a mi habitación. A echar un rato de alemán, pues no puedo hacer otra cosa, el tiempo no está acorde con mis descansos de trabajo, pues parece que ha empezado a llover de nuevo.

Pasan las horas y es la hora de comer, pero casi que no tengo ni chispa de ganas, ¿Pepe, ganas de qué, de comer o de ponerte a cucharetear para hacerte de comer? Creo que las dos cosas, pero aún así bajo, pues tengo varios platos en la habitación que debería de devolver en breve.

Cuando llego a las cocinas, están completamente desiertas. ¿Dónde está todo el mundo? (eso es por la resaca de ayer de Alemania, que ganó contra Brasil, el domingo la final, si puedo la veré). No le doy más importancia y voy con manos a la obra y me hago una ensalada. 


Una ensalada y, por supuesto, dos piezas de fruta.

A la vuelta, de bajar el plato, paso por la cámara frigorífica y me apodero de un vaso de yoghurt desnatado. Ya le cambiaré el sabor, pues tengo unos cuantos sobres de azúcar en la habitación, que me han ido sobrando.

Tarde de seguir con el alemán. Pasan las horas y no paro de mirar por la ventana a ver si parase de llover. ¡Por fin, parece que no hay ni gota! Sin pensármelo, me voy de compras, al supermercado, ya callejearé por entre las pocas casas para volver un poco más tarde.


Un descuento de 2,25 € por reciclar
las botellas de plástico que voy gastando

Pero es en vano, llego al hotel en menos de 10 minutos, aún así, he echado un par de fotografías para variar un poco en el blog.

Sundern parece que es un pueblo perdido en Sauerland, pero para estar en paradero desconocido, tienen todo tipo de lugares interesantes.

Para empezar, al mismo salir del supermercado, me encuentro con esto, al otro lado de la carretera, un concesionario de BMW.


Tienen una barbaridad de coches de gama alta
desperdigados por toda la zona, aún cuando
se pone a llover, los dejan allí como tal cosa.


La avenida que tengo que recorrer cada vez
que quiero ir a comprarme algo al supermercado
Al final de esta, se encuentra el hotel.


Una casa con una cúpula muy bonita,
siempre que paso por aquí, me pregunto
de quién podrá ser.


Es curioso lo bien disimulados que tienen
los contenedores de basura.


A dos manzanas del hotel, se encuentra la estación
de tren.


Bueno, mejor dicho, la antigua estación de tren,
ahora es una tienda de golosina.


Llegamos al final de la vía, por si acaso,
algún maquinista despistado se pasa y se
cree que todavía existe vía por aquí.


Pero el camino no se acabo, tan solo tenemos que
echar la mirada atrás, literalmente, y tenemos un
camino de vías con infinidad de viajes que recorrer.


Y no me puedo olvidar de ellos, ¡Pepe, que
parece que te refieres a unas personas!
Pues son como mis vecinos, pues cada mañana
cuando me asomo por la ventana,
me los encuentro, todos los coches
del concesionario Hyundai.
Se podría decir que son como mis vecinos


Fijándome en todos los portales cercanos al hotel,
me he dado cuenta de que, el médico que me han
puesto en mi seguro médico, está justo enfrente.

Que no se me olvide, para cenar, para el postre, ha caído la media tarrina de yoghurt que me quedaba. Se ha quedado el recipiente más que limpio.


¡Yam, yam!¡Qué bueno que estaba!
Sin duda alguna, cuando me vuelva a topar
con otro de estos, no dudaré ni un momento en cogerlo.

¡Ay que ver lo que da de si una salida de 20 minutos a la calle!

Menos mal que mañana tengo clases de alemán y por lo menos estoy en otro sitio y veo a otras personas, por ejemplo a mis compañeros de clase, a ver lo que se contarán. ¡

Pues Pepe, qué se van a contar, pues mucho trabajo!


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