Día lunes, la semana empieza de nuevo, pero aún así no me encuentro con muchas ganas de ir a dar alemán, aún así, hay que sacar ganas de donde sea.
En cuanto corro las cortinas de la habitación, el fondo del cielo está muy nublado, ¡ya ves, hasta el tiempo no está para listo para hoy!
Ducharse y bajar a desayunar. No me da tiempo a más y tengo que comer de pie, sin sentarme ni nada. Me marcho a la parada de autobús con una bolsa llena de bocatas para desayunar y después comer algo. Las comidas calientes ya hace mucho tiempo que ni las pruebo.
¿Qué os voy a contar de las clases de alemán? Pues que no tienen ni pie ni cabeza, no están preparadas y hay un libro que lleva temas que no son necesarios, pero bueno, si queremos aprender alemán, nos buscaremos la vida con libros sacados de otro lado,…
Después de las clases, todos nos volvemos a nuestros correspondientes hoteles muy tempranito porque hay muchos problemas en los hoteles y se respira tensión en el ambiente.
A la vuelta, me paseo por el centro de Sundern, no hay mucho que ver, las mismas tiendas, pero eso si, hay gente por la calle, hay vida. Parece que después de cierta hora, la gente desaparece de las calles, eso me parece bien que pase en invierno, que tiene que hacer un frío que pela, ¿pero ahora en verano?
Las calles de Sundern con un poco más de vida
Este tal Kolping, me lo encuentro por allí por donde vaya
Tras hacer tiempo, me dirijo a las cocinas del hotel para hacerme un bocadillo. Para mi sorpresa, me dicen que no puedo estar, ¡pero si son las 6:00 de la tarde!, como dijo el chef T. que esa la hora en la que el personal de cocina podía comer algo. No quiero entrar en cólera, así que decido irme sin decir una palabra, es lunes y hay que empezar la semana de algún modo posible, y prefiero que sea bien.
No tengo casi nada para comer en la habitación, así que para merendar como lo que pillo. Para mañana, seguro que no pasará nada de esto, más vale, porque sino voy a perder unos kilos de más tarde o temprano.
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